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miércoles, 20 de marzo de 2002

Crítica a Bloomfield

Antes de estudiar el lenguaje humano en su estadio desarrollado, debemos estudiarlo en su estado embrionario. ¿Cómo es el lenguaje humano en su estado embrionario? Un lenguaje donde todavía no existen los adjetivos, los adverbios, los verbos, los pronombres, y las conjunciones. Un lenguaje donde sólo existen nombres. Debemos representarnos una sociedad humana primitiva cuya tarea lingüística sea ponerle nombre a las cosas, a las personas y a los animales. El esquema  de Bloomfield debemos situarlo en el estadio embrionario del lenguaje. Recordemos la ilustración de su esquema. Jack y Jill pasean por un sendero. Jill tiene hambre. Ve una manzana en un árbol. Produce ruidos  por medio de su laringe, su lengua y sus labios. Jack salta la tapia, trepa al árbol, toma la manzana y la pone en la mano de Jill. Jill come la manzana”. A la situación que precede al acto del habla la llama estímulo, y a la situación que precede al habla la llama respuesta. Es evidente la pobreza categorial de Bloomfield al usar categorías de la fisiología, que no dan cuenta de toda la complejidad del fenómeno lingüístico que se da entre Jack y Jill.


Cuando Jill ve una manzana, no produce una serie de ruidos sin más, sino una determinada configuración fónica. Cuando ve un plátano produce otra configuración fónica. Y cuando ve un león produce otra configuración fónica distinta a las dos anteriores. Por cada clase de objeto que ve, Jill debe producir una configuración fónica determinada. Y si hoy ve una manzana y dice [clocho], si mañana ve otra manzana debe decir igualmente [clocho]. Cada objeto tiene una configuración determinada y dicha configuración debe ser una constante. ¿Cómo explicar que Jack se dirige a la manzana y no a otra cosa? Hay varias soluciones. Primera. Cada objeto del mundo exterior tiene una etiqueta donde lleva escrito su nombre. Así la manzana llevaría escrito [clocho], el plátano [cloto], y el león [poncor]. Jill dice [clocho] y Jack se pone a buscar la etiqueta que diga [clocho]. Una vez que la encuentre, coge el objeto que porta dicha etiqueta y se la da a Jack. Segunda solución. Cada objeto del mundo exterior tiene un aparato fonador para producir su propio nombre. Así cuando Jill dice [clocho], las manzanas dirán [clocho]. Jack percibiría a quienes dijeron [clocho], cogería una y se la entregaría a Jill. Tercera solución. Debemos suponer que en la memoria de Jack existe el valor referencial sonoro [clocho] y el valor referencial cromático de la manzana. Después de oír de la boca de Jill el valor referencial sonoro [clocho], Jack cambia el valor referencial sonoro [clocho] por el valor referencial cromático manzana. De esta manera Jack se dirige a la manzana y la recoge.
Según Husserl hay en Brentano dos definiciones de los fenómenos psicológicos muy valiosos. Primera definición: “la percepción es percepción de algo, el deseo es deseo de algo, etc.”. Es decir, la esencia de los actos psicológicos consiste en su referencia intencional, en su dirección hacia un objeto. Y la segunda definición dice: nada puede ser apetecido ni deseado sino es representado. Si yo deseo manzana, tengo la representación de una manzana; si deseo plátano, tengo la representación de un plátano. Pero no sólo los actos psicológicos contienen una referencial intencional y la representación del objeto de la intención, sino también los contienen los actos prácticos. Recoger y entregar, siendo actos prácticos, también tienen una referencial intencional. El recoger es recoger algo y el entregar es entregar algo. Por lo tanto, cuando Bloomfield dice que Jack emite una serie de ruidos, hemos de suponer que  tiene la representación de la manzana o que su percepción se dirige hacia la manzana.

Marzo 2002.

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