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lunes, 20 de mayo de 2002

Husserl: las dos clases de inmanencia

En su fenomenología del conocimiento Husserl empieza por establecer la distinción entre  inmanencia y trascendencia. Por inmanencia se entiende lo que está en el interior de la conciencia, y por transcendencia  lo que está fuera de la conciencia. Pero en segundo lugar distingue dos clases de inmanencia: inmanencia en el sentido de darse la cosa misma e inmanencia en el sentido de ingrediente real. En la percepción visual de la mesa en la que escribo, por ejemplo, la mesa misma, el objeto de la percepción, es trascendente a la conciencia, mientras que la percepción es inmanente.  Pero cuando analizamos la percepción, el hecho inmanente, distinguimos dos partes: el acto de la percepción, la vivencia, que es un ingrediente real de la conciencia, y el objeto que se da (la mesa en la retina), que no es inmanente en el sentido de ingrediente real. Hagamos claros y terrenos estos conceptos de Husserl.


El mundo externo es, en parte, la totalidad de los valores de uso. La silla, la mesa, el coche, el edificio, el plato, etc., son ejemplares de especies distintas  de valores de uso. Estas cosas se distinguen cualitativamente entre sí por sus propiedades y por sus utilidades. Y los ejemplares de cada clase de valores de uso están adscritos a un punto del sistema de las necesidades sociales, cumpliendo la función de satisfacerlas. Vamos a fijarnos en un solo valor  de uso: en el espejo. Este valor de uso tiene la propiedad de reflejar al resto de los valores de uso. Coloco una manzana delante de un espejo. Aparece esa manzana delante del espejo. La manzana que está fuera del espejo es trascendente al espejo, está fuera del espejo, mientras que la manzana del espejo es inmanente al espejo, está en el espejo. Veamos ahora qué clase de inmanencia constituye la manzana del espejo. Lo cierto es que el espejo tiene la manzana para sí y allí la vemos. Lo importante es que la manzana aparece como algo inmanente al espejo, algo que le pertenece y forma parte de él. Pero si intentamos tomar en nuestras manos la manzana del espejo o sencillamente tocarla, no podemos. Es más, la manzana del espejo no es en verdad una manzana como Dios manda, esto es, en cuerpo y apariencia, sino la apariencia cromática de una manzana. Es complicado. La manzana aparece como una parte del espejo y se da en el espejo y, sin embargo, no es una parte real del espejo. Por lo tanto, la manzana del espejo constituye una inmanencia en el sentido de darse la cosa misma y no en el sentido de ingrediente real. Esta distinción de Husserl, clave para la teoría del conocimiento, es ignorada por los filósofos empiristas, que sólo conocen una clase de inmanencia, la inmanencia en el sentido de ingrediente real.  No van más allá de Descartes o no comprendieron la finalidad de sus meditaciones. Husserl, por el contrario, las entendió a la perfección.

Mayo 2002

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