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jueves, 20 de junio de 2002

Los múltiples modos del ser

Todos los documentales realizados sobre la vida animal ponen de manifiesto un hecho fundamental: los animales no cesan de luchar por la obtención de los medios de subsistencia. Hasta la propia procreación se presenta como una lucha por los medios de subsistencia, pues a las crías hay que alimentarlas. Si esto es un hecho clave en la vida animal, también lo será en la vida humana. Pensemos en el guepardo. La mayoría de los seres naturales representa para él  meros objetos externos. Sin embargo, un reducido sector de ellos, como las gacelas, representa medios de subsistencia, y otro sector, como los chacales, representa depredadores de sus crías. Por lo tanto, para el guepardo los objetos del mundo exterior no existen todos bajo la misma forma del ser, sino que unos existen como meros objetos externos, otros como medios de subsistencia y otros como depredadores.


Pero tanto en la actividad de la caza como en la defensa de los depredadores participan, y con notable y decisiva importancia, los órganos de los sentidos, y en especial los que actúan a distancia: la vista, le olfato y el oído. Pero desde que incluimos la participación de los órganos de los sentidos en aquellas actividades, los objetos del mundo exterior cambian sus modos del ser, se convierten en objetos de la percepción o, expresado en términos objetivos, en valores referenciales. Y a su vez los valores referenciales existen en distintas modalidades del ser, como colores, olores, sabores, sonidos, etc. Pero analicemos aún más en detalle la riquísima dialéctica de los distintos modos del ser de los objetos del mundo exterior. Hemos observado la vida de los guepardos y hemos descubierto su interdependencia con las gacelas. El ser guepardo, para afirmarse como existente, necesita de otro ser: la gacela. Esto lo hemos observado y es un dato seguro. Nos resta ahora detallar las distintas formas del ser que adopta la gacela para el guepardo.

En un primer momento, hemos de situar al guepardo echado y adormilado en un lugar de la selva. En este primer momento la gacela existe como mero objeto externo. En un segundo momento, debemos suponer que el guepardo siente hambre,  que siente necesidad de alimentos. En este segundo momento, la gacela, junto a los medios de subsistencia habituales del guepardo, existe como objeto de la necesidad alimenticia del guepardo. En un tercer momento, la gacela se pone de pie y sale en busca de presas, entre las que se incluye la gacela. En este tercer momento, la gacela existe como representación interna del guepardo, como objetivo o fin de su acción. En un cuarto momento, al guepardo le llega el olor de gacelas. En este cuarto momento, la gacela existe como objeto de la percepción olfativa o, expresado en términos objetivos, como valor referencial oloroso. En un quinto momento, y guiándose por el olor, el guepardo llega a una zona del territorio desde donde ve a las gacelas. En este quinto momento, las gacelas existen preferentemente como valores referenciales cromáticos, aunque también como valores referenciales sonoros y olfativos. En un sexto momento, tras merodear y observar a las gacelas, el guepardo termina por seleccionar a una, la más joven, la más vieja o alguna que estuviera herida. En este sexto momento, la gacela existe como objetivo seleccionado.

En un séptimo momento, el guepardo se lanza en veloz carrera tras la presa seleccionada hasta que la captura y la mata. En este séptimo momento, la gacela existe como presa. A su vez, la presa tiene dos modos del ser: al inicio de la casería existe como animal vivo y al final como animal muerto. En un octavo momento, el guepardo se come la gacela. En este octavo momento, la gacela existe como medio de consumo. En total son ocho los modos del ser que ha adoptado la gacela para el guepardo: objeto externo, objeto de la necesidad, representación interna, valor referencial olfativo, valor referencial  cromático, objetivo seleccionado, presa y medio de consumo. Y por cada modalidad del ser que adopta la gacela, el guepardo tiene que adoptar la modalidad inversa. Ser hambriento frente a objeto de la necesidad, representador frente a representación, perceptor olfativo frente a valor referencial oloroso, perceptor visual frente a valor referencial cromático, seleccionador frente a objetivo seleccionado, cazador frente a presa, y consumidor frente a medio de consumo.

Ahondemos un poco más. El proceso que hemos descrito se inicia con la necesidad de comer que padece el guepardo y termina con la satisfacción de esa necesidad por medio de la gacela. Así se ven las cosas bajo el punto de vista del sujeto, el guepardo, pero visto bajo el punto de vista del objeto, la gacela, el proceso se inicia con la gacela en tanto objeto de la necesidad alimenticia del guepardo y termina con la gacela en cuanto medio de consumo. Y entre la necesidad y la satisfacción alimenticia del guepardo media un proceso práctico: la cacería. Por lo tanto, no sólo debemos tener en cuenta los múltiples modos del ser de la gacela y del guepardo, sino también la mediación práctica y el orden temporal que se dan entre ellos.

Conclusiones

El error de los filósofos ha consistido en concebir los objetos del mundo exterior sólo bajo una forma del ser, como puros objetos de la percepción, como si el hombre se limitara sólo a contemplar el mundo y no a transformarlo. Igualmente los lingüistas han caído en el error de concebir los objetos del mundo exterior también en una sola modalidad del ser, como objetos referidos o significados, como si el hombre sólo estuviera dotado de palabras en su relación con el mundo. Estas concepciones tan unilaterales de los filósofos y de los lingüistas han vuelto totalmente inexplicables las relaciones que mantiene el hombre con el mundo exterior, los primeros dudando incluso de que los objetos exteriores existan, y los segundos convirtiendo en un enigma la relación de las palabras con los objetos del mundo.

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