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viernes, 21 de mayo de 2004

De la dialéctica hegeliana a la diferencia nietzscheana

Según Deleuze, y de acuerdo con la información suministrada por Pablo, “Nietzsche presenta la dialéctica como la especulación de la plebe, como el modo de pensar del esclavo: el pensamiento abstracto de la contradicción prevalece entonces sobre el sentimiento concreto de la diferencia positiva, la reacción sobre la acción, la venganza y el resentimiento ocupan el lugar de la agresividad”.  Si hay algo que no me gusta de Nietzsche, primer filósofo con el que me formé, es su concepción del futuro social y su desprecio por las masas. Para Nietzsche la sociedad sólo puede ser una sociedad de señores y siervos, de esclavistas y esclavos, de grandes hombres y plebe. Y a su juicio la concepción moral sobre el bien y el mal es el medio que usa la plebe para destruir o rebajar a los grandes hombres. Así que mantener la diferencia, conservar la diferencia, sólo luchar por sentirse diferente, es luchar por conservar la sociedad dividida en una clase dominante y en una clase dominada. Hoy día significaría conservar la diferencia entre capitalistas y trabajadores, y entre pobres y ricos.

Al inicio de su mensaje Pablo plantea lo siguiente: “Entre medio de estas disputas, pensaba en que la mayoría de las veces (si no siempre) caemos en una confrontación dialéctica, o sea en un pensar por oposición, que es una forma negativa de pensar. En este sentido es que Deleuze encamina su idea de la diferencia a partir de Nietzsche como alternativa positiva, de pensamiento constructivo, afirmador y no negador. Se pasa de ir contra el otro a sumar a favor de lo propio. En este sentido, la idea de la diferencia se torna central para superar la dialéctica, que parece ser el motor de varios males”.  Antes de ir a la crítica escuchemos a Hegel: “La primera categoría surge a la vista del cambio de los individuos, pueblos y Estados, que existen un momento, atraen nuestro interés, y enseguida desaparecen. Es la  categoría de la variación. El aspecto negativo de este pensamiento de la variación provoca nuestro pesar. Lo que nos oprime es que la más rica figura, la vida más bella encuentra su ocaso en la historia. En la historia caminamos entre las ruinas de lo egregio. Las pasiones lo han hecho sucumbir. Es perecedero. Todo parece pasar y nada permanecer”.


No es que la dialéctica sea el motor de los males, sino que el motor de la historia humana es la negación.  ¿Cómo podríamos haber cambiado el régimen franquista sin haberlo negado? De ningún modo. La afirmación de la sociedad burguesa supuso la negación de la sociedad feudal, como ésta supuso la negación de la sociedad esclavista. El mundo no cesa de cambiar y es una continua variación. Y no hay cambio sin negación.
Por último, quisiera hacer una pequeña mención a la Lógica Dialéctica. Donde hay diferencia hay contradicción. Y donde hay contradicción hay extremos que se oponen. Y donde hay oposición hay negación. Hablar de una diferenciación positiva significa mantener la contradicción entre los extremos sin cambio. Y esa política en el mundo de hoy es imposible de mantener. (Entre paréntesis digo que la diferenciación es una categoría clave de la dialéctica hegeliana, así que no entiendo cómo Deleuze opone la lógica dialéctica a la diferencia)

9 de agosto de 2004.


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