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sábado, 22 de mayo de 2004

El proceso de hominización

Jerome Bruner se plantea el problema de la adquisición del lenguaje y estudia, en consecuencia, cuáles son las condiciones previas que se deben dar en el niño para que esto sea posible. Considera un antes y un después. En Marx, por el contrario, la filogénesis antropológica del ser humano se plantea como la concurrencia simultánea de cuatro determinaciones: la satisfacción de las necesidades básicas, la producción de instrumentos de trabajo, la procreación y el lenguaje. De manera que cuando se supone un homínido constructor de instrumentos de trabajo, debe suponerse igualmente un homínido que ya hace uso de un lenguaje, aunque sea a un nivel muy embrionario. El mono cercopiteco, sin ir más lejos, hace uso de muchas vocalizaciones distintas, aunque las más famosas son las cuatro llamadas de alarma.


Jerome Bruner desarrolla una psicología un poco distante de la fisiología de los sentidos, tal y como viene dada en Pavlov. Ocurre algo parecido en Vygotski. En Luria, sin embargo, la presencia de Pavlov es más importante. Así que la clase de conocimiento que debemos suponer en un primate que rompe con piedras los frutos de cáscara dura, puede plantearse de dos modos: en el nivel psicológico superior y en el nivel elemental de la fisiología de los órganos de los sentidos. La mayoría de mis indagaciones teóricas se inclinan por el segundo modo, sin que ello suponga negar la presencia de funciones psicológicas superiores.

Yo me represento las cosas del siguiente modo. Supongamos que un primate coge una piedra A para romper la envoltura del fruto, pero ocurre que la piedra se rompe. Supongamos que después coge una piedra B para romper la envoltura del fruto, y  logra romper dicha envoltura. Las piedras de la clase A tendrán un determinado color y una determinada textura, y las piedras de la clase B tendrán otro color y otra textura. Lo lógico es que el primate identifique las piedras que sirven para romper fruto por el color B, y las que no sirven por el color A. Y así  coge unas y desecha las otras. Una de las primeras funciones  semióticas del ser humano es la identificación, y esta función corresponde a los sentidos.  Jerome Bruner habla de  identificación categorial, aquella mediante la cual incluimos un objeto en una clase por medio de sus atributos definitorios. Pero nosotros hablamos de la identificación sensible. Creo que se produce un proceso de conocimiento, pero sobre todo en el ámbito de la identificación. No supongo o no debe suponer que el primate necesite de la representación de la propiedad para poder realizar la tarea práctica que hemos planteado: romper la corteza del fruto.

Guiado por la representación de Marx y ayudado por Pavlov, también presto mucha atención a los cambios que se producen en el objeto y a las funciones psicológicas correspondientes en el sujeto. En el caso que analizamos debemos distinguir dos fases: el proceso de producción y el proceso de consumo. En la fase de producción un primate ayudado por una piedra rompe la corteza del fruto y aparta los trozos de la corteza dejando el núcleo al descubierto. Y en la fase de consumo el primate toma el núcleo en sus manos, se lo lleva a la boca y se lo come. Observemos los cuatro modos del ser del núcleo: es objeto de la necesidad, es objeto de la percepción visual, es objeto de la percepción táctil y es objeto de consumo. También debemos suponer que al inicio del proceso de trabajo, el primate se representa el núcleo y percibe la corteza entera, y al final, percibe la corteza troceada y el núcleo al descubierto. Podemos afirmar que el proceso de trabajo es un movimiento que va, por el lado del sujeto, desde la representación interna del núcleo a la percepción del núcleo, y por el lado del objeto, desde la corteza entera a la corteza partida o troceada. También podemos observar un cambio de forma fenoménico: el núcleo que al principio del proceso de trabajo es un objeto interior y oculto, al final del proceso de trabajo es un objeto externo y al descubierto. Tenemos aquí la presencia de la dialéctica: lo interior se transforma en exterior y lo oculto se transforma en descubierto. Sólo estoy indicando algunos de los cambios de forma que se producen en el objeto y algunas de las funciones psicológicas que debemos suponer en el sujeto, pero desde una óptica fisiológica, desde la óptica del funcionamiento de  los órganos de los sentidos. Y en este ámbito hay mucha complejidad y muchos detalles a tener en cuenta, que nos ayudarán a estudiar mejor las funciones psicológicas superiores o las tareas psicológicas superiores.

En su último mensaje, y refiriéndose a uno mío anterior, Clara dice lo siguiente: “No obstante pareciera que el influjo pavloviano tiñe de cierto mecanicismo la cuestión de la conducta de los primates”. Un automóvil tiene una parte mecánica y una parte electrónica. Y para explicar su funcionamiento es necesario conocer tanto su mecánica como su electrónica. Pero nadie llamaría mecanicista a quien estudia la parte mecánica del automóvil. Lo mismo sucede con los aportes de Pavlov en el estudio de la conducta de los primates, sirven para explicar la fisiología de los órganos de los sentidos. Y como en el caso anterior, no sería correcto catalogar como mecanicista a quien explica la fisiología de los órganos de los sentidos en los monos que se alimentan de frutos de envolturas duras.

A continuación hace Clara el siguiente planteamiento: “De la relación entre lo que entra por la vía sensorial y la percepción, que a mi entender, presupone cierta capacidad de abstraer propiedades de las cosas, de conceptualización en algún grado”. La existencia de la abstracción, proceso mediante el cual se separa una parte de un todo, no debe presuponer que nos encontramos ante un proceso de conceptualización. Los ojos sólo reflejan las propiedades cromáticas de los objetos, el oído sólo refleja las propiedades acústicas, el olfato sólo las propiedades aromáticas, y el tacto sólo las propiedades mecánicas. Esto es, cada uno de los sentidos sólo refleja una de las propiedades de los objetos y hace abstracción del resto. Esta labor abstractiva también la hacen los espejos, reducen e igualan los objetos del mundo a colores. Y en estos casos, como se hace evidente, hay abstracción pero no conceptualización. La abstracción no es un invento exclusivo del intelecto humano, sino algo que se da en la naturaleza aún cuando el hombre no pisara la Tierra

Dice Clara de nuevo: “La información sensible que llega al cerebro necesita ser organizada, dotada de sentido. ¿De qué le serviría a nuestro homínido saber que una piedra de un determinado color permanece inalterable, si no puede “imaginar” que esa cualidad es un “medio” para alcanzar un fin: abrir la corteza del fruto?”. Supongamos por unos instantes que en el mundo no existieran seres humanos ni animales. Así y todo el mundo estaría ordenado y tendría sentido. El sistema solar, sin ir más lejos, es un mundo ordenado y con sentido. De manera que soy más partidario de decir que el cerebro refleja el orden y sentido del mundo, que defender que el orden y sentido del mundo sea una obra de la actividad inmanente del cerebro.  En todo proceso de trabajo, como es el caso de romper las cortezas de los frutos con piedras, hay que distinguir tres aspectos: la actividad conforme a un fin, el objeto de trabajo y el medio de trabajo. Los animales deben representarse el fin que quieren perseguir, pero esto no supone que sean conscientes de que la piedra sea el medio de trabajo y de que el fruto es el objeto de trabajo. Los seres humanos utilizamos el lenguaje de una manera prodigiosa, creativa y poderosa, sin embargo, todavía no hemos podido determinar la naturaleza del significado. Utilizamos las palabras para significar el mundo y todos los seres imaginables posibles, pero no sabemos todavía cuál es la naturaleza del significado y cuál es su modo de existencia. Dicho de forma general: la existencia de una determinada acción, e incluso la existencia de una determinada forma social, no supone la conciencia de la esencia de dicha acción o de dicha forma social.  

Según el materialismo dialéctico el conocimiento relativamente completo de una cosa transcurre en dos etapas: la sensible y la lógica. El conocimiento sensible es el conocimiento que obtenemos del mundo exterior por medio de los sentidos,  mientras que el conocimiento lógico es el conocimiento que obtenemos por medio de los conceptos, de los juicios, de los razonamientos y de las conclusiones lógicas. De acuerdo con esta concepción, debemos afirmar que los animales tienen conocimiento sensible, pero no conocimiento lógico. Pero el conocimiento sensible tal y como se da en los animales tiene una gran limitación, que también la tiene el hombre, aunque en el transcurso de su evolución ha podido superarla: nadie puede ver las sensaciones que tiene el otro.

Así que la conciencia sensible de los animales carece de realidad objetiva, exterior, para otros. La conciencia sensible que tenga un animal del mundo que le rodea sólo existe en sí misma, no para los otros animales de su especie o familia. De ahí la importancia que tiene la idea de Marx cuando en la Ideología Alemana se expresa de esta manera: “el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo”. Si aplicamos esta idea a los animales, obtenemos el siguiente resultado: los animales carecen de conciencia práctica, de conciencia real. La conciencia de un animal no existe para otro animal y, por lo tanto, tampoco existe para sí mismo. Y refuerzo aún mas esta idea con otra del propio Marx, expresada en el mismo libro citado anteriormente: “Donde existe una relación, existe para mí, pues el animal no se “comporta” ante nada ni, en general, podemos decir que tenga “comportamiento” alguno. Para el animal, sus relaciones con otros no existen como tales relaciones”. (Sólo les indico que  Marx entiende aquí por comportamiento el comportamiento en sentido humano, esto es, unos seres cuyas relaciones existen para sí mismos como tales relaciones. El lenguaje es una de las objetivaciones de esta relación, y el Estado otra).

En lo que se refiere al concepto de esencia, apreciada Clara, te diré lo siguiente: la esencia es un concepto muy importante en el pensamiento filosófico de todos los tiempos y haríamos muy mal en desecharlo por ciertas modas o por ciertos prejuicios. Además, la clave no estaría en la esencia sino en el concepto que tengamos de él. Yo tengo un concepto materialista dialéctico de la esencia. En parte lo he tomado de Hegel y en parte lo elaborado por mi propia cuenta. Según Hegel la apariencia es el momento llamado a desaparecer mientras que la esencia es el momento llamado a conservarse. Una naranja, por ejemplo, es un objeto compuesto por un cuerpo aparente y un cuerpo esencial. La cáscara es el cuerpo aparente, la apariencia, el momento llamado a desaparecer, y de hecho después de cortar la naranja la desechamos. Mientras que la pulpa, los gajos de la naranja, es el cuerpo esencial, la esencia, el momento llamado a conservarse, y de hecho no lo desechamos sino que lo usamos como medio de consumo. Hay otras determinaciones del concepto materialista dialéctico de esencia, pero con lo dicho basta para demostrar que es un concepto útil para la práctica y que echa sus raíces en la práctica.


Un edificio tiene como mínimo cuatro caras, y en cada una de ellas hay muchos elementos a considerar. También tiene  muchas plantas, escaleras, ascensores, viviendas, instalaciones, etcétera. Y en cada vivienda hay un sinfín de enseres y se realizan muchas actividades. Si fuéramos a enumerar todas las cosas que hay en un edificio, tal vez necesitaríamos más de 1000 folios para dar cuenta detallada de todos ellos. Así que un edificio es una totalidad compuesta por muchas partes y funciones. Igual sucede con los conceptos: es una totalidad de muchas determinaciones y con muchas funciones. De ahí la necesidad de que en los debates de ideas, científicos o filosóficos, se defina previamente los conceptos que se van a emplear. Yo proporcioné una definición de esencia, esto es, sólo proporcioné un contenido del concepto de esencia. Y afirmé, siguiendo a Hegel, que la esencia es el momento llamado a conservarse. Y lo ilustré con un ejemplo, el de la naranja. No perseguía otro fin que demostrar la necesidad de definir previamente los conceptos, ya sea indicando un contenido o veinte. Luís Ledo, por ejemplo, elaboró otro concepto de esencia, que no fue el mío, y cometió el error de compararlo con el ejemplo donde yo ilustraba un contenido conceptual que no figuraba en el concepto elaborado por él. 

Planteas que la percepción sensible no es posible sin conceptos. Esto implicaría suponer que los animales no tienen percepciones sensibles, puesto que no tienen conceptos. Sin embargo, los animales sí tienen percepciones sensibles. Sería necesario entonces que expusieras qué entiendes por concepto y qué por percepción. Yo creo que los conceptos sólo pueden elaborarse con el concurso del lenguaje. Y quien carece de lenguaje, y esto les pasa a los animales, no puede elaborar conceptos. El lenguaje que se da entre los animales sólo tiene una función indicativa, ni tan siquiera tiene una función nominativa, y mucho menos tiene una función conceptual.  Si alguien afirma que los animales hacen uso de conceptos, debería decir previamente qué entiende por concepto y cuál es su forma de existencia. Una de las peculiaridades de la inteligencia de los animales es que en la resolución de los problemas no van más allá del campo sensorial, no van más allá de lo que ven, oyen o huelen. El lenguaje, en su función nominativa, nos permite hablar de cosas que no están presentes, y de ese modo superamos los límites de nuestro campo sensorial y nos diferenciamos cualitativamente de los animales.

Paso ahora a contestar a  Fani. Yo indiqué que el hombre se diferencia de los animales, además de por el lenguaje, por los coches, los edificios, las carreteras y un infinito etcétera. Fani me plantea que todas esas cosas sólo son posibles por medio del lenguaje. Y yo le respondo del siguiente modo: es cierto que para hacer una carretera es necesario el lenguaje, pero también son necesarios el dinero, las máquinas, los materiales de construcción y los  trabajadores. El lenguaje es un componente de la realidad, pero no el único componente. Y todos sabemos que en la vida no nos faltan  las palabras que necesitamos para hacer una cosa, sino dinero. Lo que yo rechazo es que se convierta el lenguaje en el mediador absoluto, donde nada es sino por medio de él. Esto es absolutismo y acaba con la infinita riqueza del conocimiento sensible.

En lo que se refiere al hecho de que nadie puede ver las sensaciones ajenas y que el hombre ha hallado el modo de resolverlo, te diré lo siguiente, y ahora vuelvo de nuevo con Clara: tú tienes el lenguaje para decirnos a todos qué sientes, padeces, fantaseas o piensas. De este modo tu conciencia, que incluye el sentir, el padecer, el fantasear y el pensar, se hace objetivo, existe para los demás y no sólo para ti. Sin embargo, un animal tiene un sueño con un depredador y no puede contarle a otro animal su sueño. Tiene conciencia sensible, pero carece de objetividad, de existencia para otro. El hombre hala también en la pintura el modo de hacer objetiva su conciencia sensible y fantástica.

15 de febrero de 2004.





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