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domingo, 23 de mayo de 2004

La religión

Vaya por delante que soy profundamente ateo. Esto no significa que sea ciego en mi lucha contra la religión. Sucede en ocasiones que personas que se tienen por ateas se comportan de manera religiosa ante ciertos hechos de la vida y de la ciencia, mientras que personas religiosas en los mismos asuntos se comportan de forma científica. Escuchemos a Marx a este respecto en tres ocasiones. Primera ocasión: “El hombre, que sólo ha encontrado en la realidad fantástica del cielo, donde buscaba un superhombre, el reflejo de sí mismo, no se sentirá ya inclinado a encontrar solamente la apariencia de sí mismo, el no-hombre, donde lo que busca y debe necesariamente buscar es su verdadera realidad”. Segunda ocasión: “El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre. Y tercera ocasión: “La superación de la religión como dicha ilusoria del pueblo es la exigencia de su dicha real. Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas vale tanto como exigir que se abandone un estado de cosas que necesita de ilusiones”.


La religión es una realidad y, por lo tanto, una necesidad. No depende de la voluntad de los ateos la posibilidad de acabar con la religión. El ateo, en su calidad de materialista, debe reconocer cómo son las cosas en la realidad, y son de tal modo que la mayoría de la población es religiosa.

Para acabar con la ilusión religiosa, como señala Marx, hay que acabar con el estado de cosas que necesita de la religión. ¿Y qué estado de cosas necesita de la religión? La pobreza, las desgracias y los sufrimientos. Para la persona que sufre de continuo, que observa cómo su hijo de apenas meses muere irremediablemente de hambre o cómo su padre y hermanos mueren acribillados a balazos, es un alivio pensar que detrás de la muerte existe una vida mejor.

El noventa por ciento de los cristianos españoles son cristianos de mentira, cristianos en apariencia, en esencia son unos burdos materialistas. No tienen en cuenta las ideas de Jesucristo en su práctica diaria, sino sus puros y sencillos intereses económicos. Sólo se acuerdan de él, en forma de Dios, en los momentos de la enfermedad y de la muerte. No se ponen del lado de los pobres y en contra del poder dominante, como hizo Jesucristo, sino que se funden plenamente con el poder establecido. Hasta el extremo de que creo que la mejor crítica que se le puede hacer a la Iglesia Católica en la actualidad, sobre todo a la de Occidente, es la que se puede formular desde la propia práctica  social de Jesucristo.

Me despediré de nuevo con una cita de Marx. Tratando Marx de explicar que el dinero no es más que la relación determinada de los mismo hombres, aunque adoptando la forma fantasmagórica de una relación entre las cosas, dice lo siguiente: “De ahí que para hallar una analogía tengamos que trasladarnos a las regiones nebulosas del mundo religioso. Aquí los productos de cerebro humano parecen dotados de vida propia, independientes, en relación entre sí y con los hombres. Así es la idea de Dios: un producto del cerebro humano que tiene la apariencia de poseer una vida propia, que se relaciona con otros seres de la misma índole, los ángeles, y con los propios hombres. Pero esto sucede igualmente con el dinero, el estado y el propio lenguaje.


Creo que le atribuyes a la palabra ‘lucha’ un sentido dramático que no está en mi intención. La vida es una lucha, hay que luchar por todo, incluso hay que hacerlo para conquistar el amor de una mujer. Es moneda corriente responder a quiénes nos preguntan cómo nos va la vida del siguiente modo: siempre luchando. Y así entiendo mi lucha contra la religión: como lucha de las ideas ateas contra las ideas religiosas. Pero como dije en mi mensaje anterior, no soy ciego: no siempre me pongo del lado del ateo frente a la persona religiosa. Te pongo un ejemplo: la Iglesia Católica italiana ha denunciado como injusticia los elevados sueldos que perciben los futbolistas de elite. Pues bien, en este caso, estoy totalmente del lado de la  Iglesia Católica. Te pongo otro ejemplo: hace ya unos años oí a un obispo sudamericano por la televisión, quien para criticar lo nefasto que era la religiosidad practicada por los Testigos de Jehová hacía uso de una de las frases más estereotipadas de Marx: “la religión es el opio del pueblo”. 

No deja de resultar sorprendente que un dirigente de la Iglesia Católica  denuncie a una secta cristiana de usar la religión como opio del pueblo, como adormecedor de conciencias. ¿No demuestra este dirigente católico que tiene la mente abierta y acepta lo que hay de verdad en la afirmación de Marx? Yo creo que sí, que sabe que lucha de ideas con los ateos lo enriquece y no lo empobrece. Por último, apreciado Joaquín, la religión no es ajena a la filosofía ni la filosofía ajena a la religión. Y tampoco es la religión ajena a los grandes conflictos que asolan al mundo en la actualidad. La guerra de EE.UU. contra Irak está mediada, entre otras cosas, por la religión. No en vano Bush dividió el mundo en un eje del mal y un eje del bien. La necesidad de la religión y la necesidad de representaciones religiosas son hechos tan importantes en el mundo que nos ha tocado vivir, que el filósofo de ningún modo puede darles la espalda. Y si hay algo que caracteriza al filósofo es que todo, absolutamente todo, puede ser objeto de su reflexión. No en vano, se tiene a la filosofía por el saber más integral.



Creo que no debemos temer hablar de estos temas, aunque inevitablemente podamos herir la sensibilidad de las personas religiosas, pues nuestro amor por el saber así nos lo impone. Cuando hablamos de religión es necesario distinguir la teología de la moral. Hay personas, sobre todo proveniente del campo de las ciencias, que afirmando no creer en el Dios de los cristianos ni en el Dios de los mahometanos, sin embargo, si creen en que allá arriba existe algo, un ser superior, una potencia espiritual. Esta es una religiosidad puramente teológica, que sólo afecta a sí crees o no crees en la existencia de un más allá y de un ser todopoderoso, pero que no supone ningún compromiso moral y ético con el mundo.  Distinto es el caso de los grandes y destacados pastores de la Iglesia Católica, a quienes los  problemas teológicos apenas les preocupa y los problemas del mundo les ocupa casi por completo el corazón y el pensamiento. Para estos pastores la moral y la ética son los aspectos fundamentales de la religión y no la teología. La creencia en Dios es un problema de fe y no de razones. Le hago saber a Mariano que yo admiro a muchos hombres religiosos por su profunda moral y su acerada ética, y para estar unido a ellos no tengo que saltar ninguna línea ni dejar de ser ateo. Creo que el mundo de hoy, sobre todo el mundo capitalista occidental, necesita muchos baños de moral y de ética. No es ocasional ni accidental mi alianza con hombres religiosos, sino de largo alcance y duradera.

El materialismo que yo defiendo es un materialismo dialéctico, esto es, un materialismo que integra el idealismo. ¿Y hago esto porque soy conciliador? No, sino porque necesito del saber aportado por idealismo. El idealismo, en palabras de Marx, es la línea de pensamiento que mejor ha estudiado el lado subjetivo de los problemas filosóficos. Tampoco mi materialismo es antiespiritualista, todo lo contrario: es muy espiritualista. En este sentido estoy muy cerca de los hombres religiosos, porque son hombres dotados de valores y de ideales, porque cultivan mucho su vida espiritual, y porque muestran cierto desapego respecto de los bienes materiales. Y me repito en lo que dije en mi primer mensaje: la mayoría de los cristianos españoles son aparentemente cristianos, pero esencialmente son materialistas y egoístas. No creen en nada, no creen que Dios está en todas partes, ni en que hay que hacer realidad el mensaje de Cristo, sino en sus bolsillos y en todo lo que afecte a sus bolsillos. Al igual que nadie por autodeclararse ateo se transforma en un pensador materialista, tampoco nadie por catalogarse como cristiano se transforma en una persona espiritualista.

Sólo me resta decirle una cosa a Mariano. Entre los marxistas no ha existido ni existe una ideología atea. Por el contrario, entre los religiosos si existe una desarrollada  ideología teista. No debe confundirse la ideología atea con la política que en materia de religión practicaron los partidos comunistas del extinto socialismo real europeo. El único pensador que a mi juicio ha elaborado una ideología atea es Nietzsche. No conozco textos más ateos que los elaborados por este prodigioso filósofo alemán. No encontramos nada de esto entre los pensadores marxistas. Y hay una razón que lo explica: los marxistas no luchan para acabar con la religión, sino para acabar con el estado de cosas que hace que los hombres necesiten de la religión.

No quisiera despedirme sin citar a Marx, para que observen todo lo que dice de positivo de la religión y la profundidad y riqueza de su pensamiento: “La religión es la teoría general de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica bajo forma popular, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su razón general de consolación y justificación”. Como pueden observar, a Marx no lo cegaba el ateísmo, y así supo apreciar y estimar la riqueza y cultura que representa la religión.
30 de marzo de 2004.

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