Translate

sábado, 22 de mayo de 2004

Lenguaje y mundo (Jerome Bruner)

(Obra referida: El habla del niño de Jerome Bruner, Editorial Paidós, 1986)

Escuchemos a Bruner en la página 35 del libro citado. “...los niños tenían y necesitaban tener un conocimiento operativo del mundo antes de que adquirieran el lenguaje. Ese conocimiento le daba objetivos semánticos, por decirlo así, que correspondían, de alguna manera, a las distinciones que adquirían en el lenguaje. Un conocimiento del mundo, apropiadamente organizado en términos de un sistema de conceptos, podía darle al niño indicios de hasta dónde se podía esperar que se dieran distinciones en el lenguaje, e incluso alertarlo con respecto a las distinciones”.


Cuando los marxistas hablaban del lenguaje como reflejo de la realidad, todo el mundo ponía el grito en el cielo. Había un exceso de simplificación. Es cierto, había simplificación, pero no por ello aquella afirmación  deja de ser verdadera. La clave, por supuesto, no está en que el lenguaje refleja el mundo, sino en cómo se constituye ese reflejo. De todos modos, este principio materialista sirva para no separar el mundo del lenguaje. Y no otra cosa hace Bruner con sus afirmaciones: las distinciones que adquiere el niño con el lenguaje ya están dadas en su conocimiento conceptual del mundo. No deja de ser una forma más de expresar la unidad de los conceptos y del lenguaje, ya anticipada por Saussure desde principios del siglo pasado. No obstante, creo que Bruner atenta contra una distinción gnoseológica fundamental: la existente entre conocimiento sensible y conocimiento lógico.

Empecemos hablando del mundo antes de hablar del niño. Hablemos  del primer mundo   donde vive, de su hogar. El hogar es un mundo de objetos organizados. En el hogar cada cosa está en su sitio, sirve para satisfacer una determinada necesidad y tiene un nombre. Es decir, el niño llega a un mundo organizado, espacial y funcionalmente, no llega a un mundo caótico que él hubiera de ordenar. También es el hogar un espacio organizado, dividido en distintas habitaciones donde se realizan distintas tareas, y a este mundo también accede el niño. Al niño le dan de comer, lo lavan, lo visten, lo acuestan, lo asoman a la ventana, le señalan cosas, etcétera. Es decir, al niño le organizan la vida desde que nace. La sistematicidad y regularidad  no la lleva él al mundo, sino que la encuentra ya en él. Por último, al niño todo el mundo lo coge, le dice cosas, le balbucea, lo besa, lo acuna, y le muestra objetos Es decir, que dentro del conocimiento sensible que tiene el niño del mundo hay que incluir el propio lenguaje además de un sinfín de estímulos.

En la concepción de Bruner sobre el ser humano está presente el siguiente problema filosófico: debemos concebir las determinaciones simples presentes en la ontogénesis del hombre de forma sucesiva o de forma simultánea. Bruner se inclina por la concepción sucesiva: primero el niño tiene un conocimiento conceptual del mundo, y luego adquiere el lenguaje. Marx, por el contrario, en su historiografía, que puede ser considerado como la filogénesis antropológica del ser humano, concebía el ser humano en su origen con las siguientes determinaciones simples: la producción de los medios de subsistencia, la producción de los instrumentos de trabajo, la procreación y el lenguaje. Y estas determinaciones se presentaban dándose de forma simultánea, no primero una y luego las  otras. Y en el hogar del niño también se dan de forma simultánea: hay que hacer la comida, hay que emplear instrumentos, hay que criar al niño, y no se para de hablar. Y desde el principio estas cuatro determinaciones se presentan de forma simultánea, y no de otro modo lo refleja el niño.  Cuando la madre o el padre le dan el biberón al niño, se dan esas cuatro determinaciones de manera fundidas: una, se satisface la necesidad de alimentación por medio de la leche; dos, se usa un instrumento para darle de comer al niño, el biberón; tres, la madre esta criando a su niño; y cuatro, la madre no cesa de decirle cosas al niño. Yo, siguiendo a Marx, soy partidario de considerar las determinaciones simples de la filogénesis y ontogénesis del ser humano dándose de forma simultánea.

31 de enero de 2004.
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario