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jueves, 5 de mayo de 2005

Los modos de ocultación


 
 




Opcion v.21 n.48 Maracaibo dic. 2005

 Los modos de ocultación

Francisco Umpiérrez Sánchez

Centro de Estudios Karl Marx. Gran Canaria, España E-mail: fumsa@msn.com

Resumen

El fin de la presente investigación es elaborar una teoría de la ocultación, que contiene a su vez dos teorías del engaño. El análisis versará sobre dos hechos, uno práctico, el proceso de consumo de unos frutos de parecida constitución a las almendras por parte de los chimpancés, y otro mitológico, el engaño de Prometeo a Zeus. En el análisis del primer hecho se tendrá en cuenta fundamentalmente los cambios de forma que experimenta el objeto de la experiencia y los actos cognitivos realizados por el sujeto de la experiencia, mientras que en el segundo se atenderá fundamentalmente al engaño que se produce cuando una esencia funciona como apariencia ocultadora. El espíritu filosófico que anima toda la investigación se remonta a las reflexiones fenomenológicas iniciadas por Descartes y continuadas por Husserl. Y la forma lógica que predominará en el curso de la investigación será la forma dialéctica. Se trata de concebir las cosas como procesos, en continuo movimiento y cambio, poniendo de relieve una de las leyes más olvidadas de la dialéctica: la transformación de un contrario en otro.

Palabras clave: Ocultación, engaño, apariencia y esencia.

Manners of Concealment

Abstract

The purpose of this research is to elaborate a theory of concealment, which in turn contains two theories of deceit. The analysis will discuss two facts: a practical one, the process of consumption by chimpanzees of certain fruits of a constitution similar to almonds, and a mythological one, the deceit of Zeus by Prometheus. The analysis of the first fact will basically consider the changes of forms undergone by the object of the experience and the cognitive acts made by the subject of the experience, whereas the analysis of the second will mainly attend to the deceit produced when an essence works as a hidden appearance. The philosophical spirit that engenders this research goes back to the phenomenological reflections begun by Descartes and continued by Husserl. The logical form that will prevail throughout the research will be the dialectical form. It is a question of conceiving things as a process, in continuous movement and change, emphasizing one of the most forgotten laws of dialectics: the transformation of a contrary into another.

Key words: Concealment, deceit, appearance and essence.

Recibido: 13 de julio de 2005 Aceptado: 01 de noviembre de 2005

Introducción

La filosofía se entiende, en parte, como una reflexión sobre sus propios conceptos (ser, esencia, sustancia, etcétera), y en parte, como una reflexión sobre los conceptos elaborados por la ciencia. De una manera u otra la filosofía se presenta como un saber elaborado a partir de conceptos, y no a partir de percepciones y representaciones. Parece como si a la filosofía se le hubiera prohibido tener cualquier contacto directo con la realidad, como si su única función fuera andar a oscuras y a tientas por el reino de las abstracciones conceptuales. Los investigadores se han olvidado de que la ciencia nació de la filosofía y de que la ciencia recurre a la filosofía cada vez que se encuentra en un callejón sin salida. Esta función originaria de la filosofía, la de crear ciencia, es la que pretendo recuperar con mis investigaciones. De ahí que mi punto de partida sea un hecho observable, que puede ser percibido y representado por todo el mundo, y que mi objetivo sea analizar ese hecho y representarlo científicamente. ¿Entonces por qué llamo filosófica a mi investigación y no la llamo científica? Porque los conceptos que empleo son filosóficos: apariencia y esencia, interior y exterior, e inmediato y mediato. A este respecto debo hacer una advertencia: el contenido de estos conceptos no viene dado a priori, sino que brota del análisis de los hechos percibidos. No existe la esencia en general, sino determinadas clases de esencia. Igual sucede con el resto de las categorías mencionadas anteriormente.

Cuando los filósofos hablan de la vida animal, sólo lo hacen para indicar sus diferencias respecto de la vida humana. Incurren en el error de comparar los organismos simples con los organismos complejos, en vez de ver en los organismos simples los primeros estadios de desarrollo de la evolución de los organismos complejos. Se trata de estudiar esos organismos simples y elaborar los conceptos que alcancen y representen a esos organismos simples. Ya se verá después cuantos estadios son necesarios recorrer aún para alcanzar la complejidad de la vida humana. Pero lo cierto es que el estudio de la vida animal nos puede proporcionar los primeros conceptos de la filosofía, de la fenomenología y de la semiología. Para exponer esta teoría, la de los modos de ocultación, voy a valerme del mundo animal, en concreto del chimpancé y de su lucha diaria por la alimentación. Este mono antropomorfo se alimenta, entre otras cosas, de unos productos naturales de parecida constitución a la de las almendras. Estos productos naturales, como todo el mundo sabe, están constituidos por dos partes: corteza y núcleo. Mi objetivo central será exponer los aspectos filosóficos, fenomenológicos y semiológicos presentes en esta práctica alimentaria del chimpancé.

1. Fundamentos teóricos

Husserl, en su Idea de la Fenomenología, empieza estableciendo la distinción entre dos conceptos: inmanencia, lo que es inherente a la conciencia, y trascendencia, lo que está fuera de la conciencia. Pero después establece una distinción en el seno de la misma inmanencia y habla de dos clases de ellas: inmanencia en el sentido de ingrediente e inmanencia en el sentido de darse la cosa misma. Como los conceptos fenomenológicos aplicados a la esfera del saber humano resultan de una enorme complejidad y muy difíciles de entender, recurrí a una experiencia universal, muy conocida y practicada por todo el mundo, para hacer sensibles aquellos conceptos. Se trata de poner una manzana delante de un espejo y analizar lo que sucede desde una perspectiva fenomenológica. De ese modo di con una explicación sensible de lo que significaba el concepto de inmanencia en el sentido de darse la cosa misma.

El análisis de la manzana frente al espejo me llevó después a elaborar el concepto de modo de expresión. Y al elaborar ese concepto, los objetos del mundo exterior se me presentaron como unidades de dos caras: valor aparente y valor corporal. El espejo era el medio por el cual se podía separar la apariencia cromática de una cosa del cuerpo de esa misma cosa. (Para obtener una mayor claridad sobre el concepto de modo de expresión puede consultarse mi trabajo Reflexiones sobre Semiótica). En el marco de esta investigación llegué a dos conclusiones básicas: el concepto de valor referencial o valor aparente es el concepto primero de la Semiótica y no el de signo, y la primera función semiótica es la de expresión y no la de significación. Como defiendo una concepción evolutiva del signo, mi preocupación era y es descubrir los distintos estadios de desarrollo lógico desde las formas sígnicas más embrionarias hasta llegar a la forma más evolucionada: el signo lingüístico. El signo es un valor referencial que se ha independizado por completo del valor corporal. La imagen cromática representa un estadio anterior en esta evolución, donde se logra que el valor referencial se separe del valor corporal, pero donde todavía, por el parecido o igualdad entre el objeto reflejado y la imagen, el valor referencial sigue vinculado en cierto modo al valor corporal. Pues bien, los modos de ocultación señalan un estadio anterior a los modos de expresión. En este estadio el valor referencial no ha logrado todavía separarse del valor corporal. De ahí que en ese estadio en vez de hablar de apariencia y esencia hable de cuerpo aparente y de cuerpo esencial.

¿Con qué categorías y conocimientos rectores realizo el análisis de la ocultación? Tanto la lingüística como la semiótica siguen sin prestarle la atención debida al papel desempeñado por los órganos de los sentidos en los fenómenos lingüísticos y semióticos. Como la percepción humana está mediada por el lenguaje, esto ha llevado a muchos investigadores a oscurecer los dos extremos de esa mediación: el objeto percibido y al perceptor. A esto lo llamo yo ocultación de los extremos de la relación por causa de la mediación. Así que se me planteaba el siguiente problema: ¿cómo podía mostrar un caso de la relación entre esos dos extremos sin la mediación del lenguaje? Muy fácil: recurriendo a la vida animal. De este modo recupero el papel cualitativo desempeñado por el conocimiento sensible en el proceso total del conocimiento. Al igual que por medio del análisis fenomenológico de la experiencia de poner una manzana delante de un espejo evito la oscuridad, complejidad y múltiples mediaciones de la fenomenología del conocimiento humano, al estudiar cómo los chimpancés con una piedra rompen la corteza de un fruto para acceder al núcleo alimenticio, evito la compleja mediación del lenguaje en el conocimiento sensible humano. Y esto es lo que he hecho.

2. Metodología

Muchos investigadores tratan de buscar el método por antonomasia, esto es, el método absoluto, que les permita realizar investigaciones sobre cualquier objeto y obtener resultados grandiosos. Algunos creen que el método es una condición a priori, una especie de instrumento que se aplica al objeto y se obtiene su correspondiente representación científica. No creo que exista un método sino que en la investigación o en el estudio hay que ser metódicos. Pero en todo caso cuando se realiza una investigación, el método lo marca el objeto de estudio. Es el objeto que investigamos quien nos marca el camino a seguir y los objetivos tácticos que hay que alcanzar.

Mi experiencia me ha enseñado que hay dos maneras, en principio, de realizar la investigación científica: aquella que parte de conceptos dados y busca después ejemplos que satisfagan las determinaciones universales de dichos conceptos, y aquella que parte de un objeto de investigación determinada y mediante el análisis de dicho objeto elabora los conceptos que lo representan científicamente. Quienes usan el primer método sólo se mueven con conceptos generales y se muestran incapaces de analizar objetos particulares. También podemos decir que con ese método se disuelve lo sensible en lo general. Mientras que los investigadores que emplean el segundo método, están obligados a elaborar los conceptos partiendo del análisis de objetos o hechos particulares. No es lo mismo el arte de los conceptos, el arte de hablar con conceptos, que el arte de elaborar conceptos. El arte de hablar con conceptos es el arte de representarse lógicamente el mundo, mientras que el arte de elaborar conceptos es el arte de elaborar conceptos a partir de percepciones y representaciones, es el arte de transformar el conocimiento sensible en conocimiento lógico.

El investigador debe en primer lugar señalar o mostrar el objeto que va a someter a estudio designándolo con su nombre común, y luego ponerle el nombre específico, que indica la esfera o subesfera del saber en la cual se va a someter a análisis dicho objeto. El objeto que someto a estudio es muy conocido por todo el mundo, es un objeto habitual de consumo: la almendra, la nuez, el coco, etcétera. ¿Qué hace que esos objetos tengan una naturaleza específica? El hecho de estar constituidos como una unidad de dos partes: corteza y núcleo. Y la experiencia que yo analizo también está al alcance de todo el mundo: el proceso de consumo de dichos objetos. Así el lector de la investigación sabrá donde poner los ojos: sabe de qué clase de objeto se trata y sabe de qué proceso participa dicho objeto. La claridad con respecto a los puntos de partida es fundamental en la metodología científica. Sin embargo, en el ámbito de las ciencias sociales se tiene la tendencia a tomar como puntos de partidas conceptos en vez de objetos determinados. Hay en ocasiones mucha oscuridad en la presentación del objeto o situación objetiva que se va a investigar. Y en ocasiones la exposición de la metodología es tan extensa y está tan cargada de propósitos generales que el objeto que se investiga queda al final como un mero apéndice del supuesto método. Llamo a este hecho el método que se come al objeto.

He señalado al lector el objeto y el proceso que debe percibir. Ahora he de indicarle cómo debe representárselo. Pero si bien en la percepción el objeto viene dado, en la representación el objeto lo pone el sujeto. De manera que entramos en las condiciones previas que se dan en el investigador. La pregunta entonces sería: ¿qué determinaciones debo buscar en el objeto? Yo busco tres: las antropológicas, las semiológicas y las filosóficas. Busco una representación relativamente integral del objeto. En tanto el proceso que investigo es un proceso de consumo que incluye un momento de producción o trabajo, me encuentro con una determinación antropológica. En tanto en el proceso que investigo la corteza es signo de la existencia del núcleo y la percepción de la corteza provoca la representación del núcleo, me encuentro ante una determinación semiológica. Y en tanto la corteza es el cuerpo aparente, el momento llamado a desaparecer o desechable, y el núcleo es el cuerpo esencial, el momento llamado a conservarse, me encuentro ante una determinación filosófica. No hay más esencia en mi método de elaborar conceptos que observar y analizar los hechos que quiero representar científicamente.

3. Análisis

3.1. Cuerpo aparente y cuerpo esencial

En las sociedades humanas la producción y el consumo están separados en el espacio y en el tiempo. Tal vez ocurra así en el mundo de las hormigas. Pero en la mayoría del mundo animal, y en especial en el caso que nos ocupa, tal separación no existe. Así que en la presente investigación la producción será considerada como un momento del proceso de consumo. Establecida esta salvedad, centrémonos en el asunto. El proceso de consumo de las almendras por parte del chimpancé se compone de cuatro fases. Primera fase: el chimpancé localiza el alimento (que llamaremos almendra por el parecido con el fruto que consume) Segunda fase: el chimpancé rompe la envoltura de la almendra con una piedra. Tercera fase: el chimpancé aparta la envoltura troceada y ve el núcleo. Y cuarta fase: el chimpancé coge el núcleo, se lo lleva a la boca y se lo come. Las distintas fases serán analizadas atendiendo a los agentes y a los órganos de los sentidos que participan. Según los órganos de los sentidos que participen las fases pueden ser clasificadas como teóricas, como es el caso de la primera, y como prácticas, como son los casos de la segunda, de la tercera y de la cuarta. Aquellas fases donde sólo participe el sentido de la vista las denominaremos fases teóricas, y en aquellas donde participen las manos –órgano táctil por excelencia- o el gusto, o ambos a la vez, las denominaremos fases prácticas. (Los órganos de los sentidos que actúan a distancia y no modifican el objeto, los denominaremos órganos de los sentidos teóricos. Mientras que los órganos de los sentidos que actúan por contacto y modifican el objeto, los denominaremos órganos de los sentidos prácticos).

Primera fase: el chimpancé ve la almendra y se representa en su cabeza el núcleo. Participan dos agentes: por un lado, el chimpancé, y por otro lado, la almendra. Por el lado de la almendra hemos de hacer las siguientes afirmaciones fenomenológicas: una, la envoltura oculta al núcleo, dos, la envoltura es externa y es objeto del conocimiento inmediato, y tres, el núcleo es interno y es objeto del conocimiento mediato. Y por el lado del chimpancé diremos que lleva a cabo un proceso cognitivo compuesto de dos actos sucesivos: percepción visual de la corteza y representación interna del núcleo. Tanto en el objeto cognitivo, la almendra, como en el sujeto cognoscente, en el chimpancé, están presentes los dos mismos aspectos: corteza y núcleo. Pero por el lado de la almendra sucede lo siguiente: la corteza y el núcleo están unidos internamente y se dan de forma simultánea. Mientras que por el lado del chimpancé sucede esto otro: la corteza y el núcleo existen separados y se dan de forma sucesiva. Bajo el punto de vista semiológico podemos hacer dos afirmaciones: por un lado, la percepción de la corteza evoca la representación del núcleo, y por otro lado, la corteza es signo de la existencia del núcleo. Y bajo el punto de vista filosófico debemos hacer la siguiente afirmación: el núcleo existe de forma interior tanto en sí mismo, dentro de la almendra, como en otro, en la mente del chimpancé.

Segunda fase: el chimpancé rompe la corteza de la almendra con una piedra. Participan tres agentes: el chimpancé, que es el sujeto que lleva a cabo la actividad conforme a un fin, la piedra, que es el medio o instrumento del trabajo, y la almendra, que es el objeto de trabajo. Antes de llevar a cabo el proceso de trabajo, o en su inicio, el chimpancé se representa en la cabeza el fin que quiere realizar. ¿Y cuál es dicho fin? La envoltura rota. Podemos dudar que esa representación la tenga el chimpancé, pero no podemos dudar que ése sea el fin de su acción. En lo referente al papel desempeñado por los órganos de los sentidos que participan en esta fase diremos lo siguiente: una, percepción visual de la corteza entera en el inicio del proceso de trabajo y percepción visual de la corteza rota al final del proceso de trabajo, dos, percepción visual y táctil de la piedra, y tres, percepción auditiva de los golpes de la piedra sobre la almendra.

Tercera fase: el chimpancé aparta la corteza troceada y ve el núcleo. Participan tres factores: por un lado, la corteza troceada y a su lado el núcleo, y por el otro lado, el chimpancé. Observemos primero los cambios de forma experimentados por el núcleo de la almendra: de ser un objeto oculto ha pasado a ser un objeto al descubierto, de ser un objeto interno ha pasado a ser un objeto externo, y de ser un objeto del conocimiento mediato ha pasado a ser un objeto del conocimiento inmediato (de ser un objeto de la representación ha pasado a ser un objeto de la percepción visual) Observemos ahora los dos cambios de forma experimentados por la corteza: uno, un cambio de forma físico, de entera a troceada, y dos, un cambio de forma económico, de ser un objeto útil para la conservación del núcleo a ser un objeto inútil. Y por el lado del sujeto hemos de decir que lleva a cabo un proceso cognitivo compuesto por dos actos sucesivos: primeramente un acto de percepción táctil y visual de la corteza troceada, y luego un acto de percepción visual del núcleo.

Cuarta fase: el chimpancé coge el núcleo, se lo lleva a la boca y se lo come. Participan dos agentes: por un lado, el chimpancé, y por otro lado, el núcleo. Bajo el punto de vista del núcleo hemos de decir lo siguiente: de ser un objeto externo vuelve a ser un objeto interno. Después que el chimpancé rompiera la corteza, el núcleo pasó de ser un objeto interno a ser un objeto externo, y cuando se lo comió, el núcleo retornó a ser interno. Y bajo el punto de vista de los órganos de los sentidos hemos de decir que el chimpancé lleva a cabo un proceso cognitivo compuesto por dos actos sucesivos: primero, un acto de percepción táctil del núcleo, y a continuación, un acto de percepción gustativa del núcleo. (He de advertir que con vistas a simplificar el análisis no he tenido en cuenta la participación del sentido del olfato)

3.1.1. El conjunto de los modos de ocultación

El proceso de consumo de la almendra por parte del chimpancé puede ser considerado, en parte, como un proceso de consumo propiamente dicho, y en parte, como un proceso cognitivo, con sus correspondientes ingredientes semióticos. Veamos en primer lugar el conjunto de la forma de consumo. En la primera fase, cuando el chimpancé localiza la almendra, podemos afirmar que el chimpancé ya está pensando en el núcleo y que siente la necesidad de romper la corteza. Desde el inicio se presenta el sentido y el fin del movimiento: la separación del núcleo de la corteza. La almendra, tal y como la suministra la naturaleza, es objeto de la necesidad pero no es medio de consumo, no es apta para comer. El sentido de la segunda fase, el proceso de trabajo mediante el cual el chimpancé rompe la corteza, no es más que la transformación del objeto de la necesidad en un medio de consumo, en un valor de uso. Sólo por medio del trabajo útil del chimpancé, romper la corteza del fruto con una piedra, el objeto de la necesidad se convierte en un objeto apto para el consumo. La tercera fase no es más que una continuación del proceso de producción, apartar la corteza troceada para obtener el núcleo. Y la cuarta fase es la realización del valor de uso (el núcleo separado de la corteza), esto es, su consumo. En suma, el conjunto del modo de consumo se compone de un proceso de producción, segunda y tercera fase, y de un proceso de consumo propiamente dicho, la cuarta fase.

Veamos ahora el conjunto del proceso cognitivo. Comparemos la primera y tercera fase. Bajo el punto de vista del objeto, en la primera fase la almendra existe como una y en la tercera fase como dos: como corteza y como núcleo. Y bajo el punto de vista del sujeto, en la primera fase el chimpancé lleva a cabo un acto de percepción visual de la corteza entera y un acto de representación del núcleo, y en la tercera fase lleva a cabo un acto de percepción visual de la corteza troceada y un acto de percepción visual del núcleo. En la primera fase el núcleo sólo existía de forma subjetiva, como posibilidad, mientras que en la tercera fase existe de forma objetiva, como realidad.

3.1.2. Cambios fenoménicos

Al observar el movimiento que va de la primera a la tercera fase, por el lado de la corteza podemos hacer la siguiente afirmación: el objeto es materialmente el mismo, corteza de almendra, pero tiene distinta configuración, corteza entera frente a corteza troceada. Y por el lado del núcleo podemos hacer esta otra afirmación: bajo el punto de vista de la figura el objeto es el mismo, núcleo de almendra, pero bajo el punto de vista de la materia es distinto, núcleo meramente representado frente a núcleo en realidad. (El núcleo representado en la primera fase no se puede comer, mientras que el núcleo visto en la tercera fase sí se puede comer) En suma, de la corteza diremos que es una materia que cambia de figura, mientras que del núcleo diremos que es una figura que cambia de materia.

3.1.3. Las fases en su movimiento

Primera fase considerada bajo el punto de vista de los actos cognitivos: movimiento que va desde la percepción visual a la representación interna. Primera fase considerada bajo el punto de vista del contenido cognitivo: movimiento que va desde la corteza entera al núcleo. Segunda fase considerada bajo el punto de vista de los actos cognitivos: movimiento que va de la representación interna a la percepción visual Segunda fase considera bajo el punto de vista del contenido: movimiento que va de la corteza troceada meramente representada a la corteza troceada en realidad. Tercera fase considerada bajo el punto de vista de los actos cognitivos: movimiento que va de la percepción táctil a la percepción visual. Tercera fase considera bajo el punto de vista del contenido cognitivo: movimiento que va desde la corteza troceada al núcleo. Cuarta fase considera bajo el punto de vista de los actos cognitivos: movimiento que va desde la percepción táctil a la percepción gustativa. Cuarta fase considerada bajo el punto de vista del contenido cognitivo: movimiento que va desde el núcleo al núcleo.

3.1.4. Aspectos semiológicos

En la segunda fase el chimpancé le procura dos cambios de forma a la almendra: uno físico y otro fenoménico. La transformación de la corteza entera en corteza troceada es un cambio de forma físico, mientras que la transformación del núcleo oculto en núcleo al descubierto es una cambio de forma fenoménico. En la primera fase el chimpancé no sólo se representa el núcleo a partir de la percepción visual de la corteza, sino también tiene la expectativa de que el núcleo exista tras la corteza. De ahí que la corteza, en función de la expectativa desatada en el chimpancé, se transforme en signo de la existencia del núcleo. Aunque es cierto que la corteza de la almendra adquiere su función sígnica por medio de la subjetividad del chimpancé, de su expectativa, no es menos cierto que esta expectativa tiene un fundamento objetivo: el ser que hace de signo, la corteza, contiene el ser que hace de objeto significado, el núcleo. Aquí, en este estadio de la evolución semiológica, reina la necesidad y no la arbitrariedad. También en este estadio el significado no está separado del objeto significado. Saussure dejó claro que una cosa era el significado, que es algo unido al significante o un momento inherente a la palabra, y otra distinta es el objeto significado, algo que es exterior a la palabra. En su exposición, al centrarse en el estudio de la naturaleza del significado, se olvidó del objeto significado. Con mi investigación trato de recuperar el objeto significado, presentándolo como la primera forma de existencia del significado, un estadio donde el significado no existe separado de la percepción del objeto significado. No entro para nada en el estadio donde el significado existe separado del objeto significado, en el estadio del concepto del objeto o del significado entendido como concepto.

3.1.5. Aspecto filosófico

La almendra es una unidad de dos caras: cuerpo aparente y cuerpo esencial. ¿Por qué la corteza es el cuerpo aparente? Porque es el momento llamado a desaparecer. ¿Y por qué el núcleo es el cuerpo esencial? Porque es el momento llamado a conservarse. Se trata de eso: de desechar la corteza y coger el núcleo.

3.1.6. Comparación de los modos de ocultación con los modos de expresión

En el proceso de consumo de almendras por parte del chimpancé vimos cómo la apariencia se separaba de la esencia, cómo la apariencia se destruía y la esencia se conservaba. En los modos de ocultación la apariencia se separa de la esencia, pero no del cuerpo. Puesto que la apariencia, la envoltura de la almendra, es cuerpo. De modo que en el caso de las almendras y productos análogos no hablaremos de esencia y apariencia, sino de cuerpo aparente y de cuerpo esencial. Con los modos de ocultación hemos logrado avanzar en la evolución semiológica, se ha logrado separar la apariencia de la esencia, pero no se ha logrado separar la apariencia del cuerpo. Sin embargo, en los modos de expresión ese estadio semiológico sí se ha logrado. Si ponemos la corteza y el núcleo de la almendra delante de un espejo, se habrá duplicado el mundo: tendremos dos cortezas y dos núcleos. Pero la peculiaridad de la corteza y del núcleo que están en el espejo es que carecen de cuerpo, que han sido reducidos en su existencia a meros colores, a meras apariencias cromáticas. (Para aquellos que quieran tener un conocimiento más preciso de los modos de expresión, pueden consultar mi trabajo Reflexiones sobre Semiótica). En este estadio de la evolución semiológica, en el estadio de los modos de expresión, se logra la separación de la apariencia respecto del cuerpo.

3.2. Teoría del engaño I

El chimpancé, tras romper la corteza, espera encontrar el núcleo. Esto es un hecho regular en su vida. Pero supongamos por un instante que un duende maligno hace desaparecer el núcleo de todas las almendras. Ahora, cuando el chimpancé rompe la corteza, no encuentra el núcleo. Si esta experiencia se repitiera durante varios días, el chimpancé dejaría de romper la corteza de las almendras. Al principio, cuando el duende no operaba, la corteza de la almendra era signo de la existencia del núcleo, pero después, al cabo de varios días de la actuación del duende, la corteza de la almendra dejó de ser signo de la existencia del núcleo. Es cierto que la corteza de la almendra ha dejado de ser signo por causa de la subjetividad del chimpancé, por causa de que su expectativa ha sido decepcionada. Pero la decepción de su expectativa tiene un fundamento objetivo: las cortezas de almendra ya no contienen núcleo, se han vuelto envolturas vacías. Vuelve a reinar aquí la necesidad y no la arbitrariedad.

Supongamos ahora que el maligno duende, en vez de vaciar las almendras de su núcleo alimenticio, lo sustituye por un núcleo no comestible, núcleo metálico con la forma y el color del núcleo alimenticio. Ahora, cuando el chimpancé rompe la corteza de la almendra, ve un núcleo. Pero cuando se lo lleva a la boca, comprueba que no es comestible y lo arroja al suelo. Si esta experiencia se repitiera durante varios días, el chimpancé dejaría de romper las cortezas de almendras. Al principio, cuando el duende no operaba, la corteza de la almendra era el signo de la existencia de un núcleo comestible, pero después, al cabo de varios días de la actuación del duende, la corteza de la almendra se ha convertido en el signo de la existencia de un núcleo no comestible. En este caso la almendra sigue desempeñando su papel de signo y el núcleo su papel de objeto significado. Pero el objeto significado ha sufrido un cambio en su modo de ser: de ser comestible a no ser comestible. Diremos entonces que ha habido un cambio en el contenido significado en el objeto. Por lo tanto, habrá engaño cuando la envoltura deja de contener núcleo alguno o cuando una envoltura determinada contiene un núcleo extraño. Dicho en términos estrictamente semióticos: cuando la envoltura deja de ser signo de la existencia del núcleo, o cuando una envoltura determinada deja de ser signo de su núcleo correspondiente.

3.3. Teoría del engaño II (El engaño de Prometeus a Zeus)

Prometeus dividió dos bueyes en dos partes: en un lado puso la carne, la grasa y las vísceras, cubriéndolo todo con las dos pieles; y en otro lado, dispuso los huesos cubiertos de manteca. Una vez realizada esta operación de ocultación, Prometeus le presentó a Zeus los dos montos para que eligiera. Zeus eligió la manteca, pues en la cantidad que venía servida era mucha más valiosa que las dos pieles. Mas tarde, cuando con sus dedos apartó la manteca, descubrió el engaño y entró en cólera.

Las partes esenciales del buey son las siguientes: la carne, la manteca, la grasa, las vísceras y la piel. Y las partes inesenciales, inútiles, son los huesos. Aparentemente Prometeus le dio a elegir a Zeus entre dos partes esenciales: manteca o pieles. Pero esencialmente le estaba dando a elegir entre las partes esenciales de los bueyes (la carne, la grasa, las vísceras y la piel) y las partes inesenciales (los huesos) Zeus no se apercibió de que tanto la manteca como la piel, que son esencias, estaban funcionando allí como simples envolturas, como meras apariencias. Por lo tanto, habrá engaño cuando las cosas que de por sí son esencias funcionan como simples envolturas de otras esencias o de cosas que no son esencias. Se trata de ocultar una esencia con otra esencia, o de ocultar una cosa que no es esencia con una cosa que es esencia. Bajo el punto de vista filosófico podemos hacer la siguiente afirmación: se trata de presentar muchas cosas como si fueran sólo una (presentar la piel, la carne, la grasa y las vísceras como si fueran sólo piel), o presentar dos cosas como si fueran sólo una, (presentar la manteca y los huesos como si fueran sólo manteca).

Conclusiones

Uno de los grandes defectos de la reflexión filosófica actual, que alcanza a la reflexión semiológica y a la reflexión lingüística, es que concibe al hombre de forma muy unilateral. El hombre representado en dichas reflexiones está dotado de conciencia y de lenguaje, de ojos y de oídos, pero carece de manos y de boca. Es decir, sólo se tiene en cuenta los órganos de los sentidos que actúan a distancia, los ojos y los oídos, y desprecian o ignoran los órganos de los sentidos que actúan por contacto: las manos, órgano táctil por excelencia, y la boca. Dicho bajo el punto de vista de la teoría del conocimiento: sólo se tiene en cuenta los órganos de los sentidos teóricos, ignorando o despreciando los órganos de los sentidos prácticos. La primera conclusión que se deriva de mi investigación es que en el proceso de consumo de la almendra por parte del chimpancé participan de forma mancomunada todos los sentidos. Se demuestra que es una necesidad para la investigación semiológica y lingüística tener en cuenta la participación de los órganos de los sentidos prácticos, si se pretende, en parte, tener una representación integral del hombre, y en parte, que desaparezca buena parte de los enigmas creados en torno a la relación de la conciencia con el mundo exterior.

Otro de los defectos de la reflexión filosófica actual, aquejada como está de idealismo kantiano, es crear un abismo, una separación, una distancia infranqueable entre el hombre y el mundo exterior. “No se debe a la casualidad que la lucha por el pan cotidiano domine todos los acontecimientos de la vida humana. El pan encarna la vieja conexión existente entre todos los seres vivos -incluso el hombre- y el medio ambiente” (Pavlov, 1905). No otra evidencia se extrae de la exposición de mi investigación: se estudian los aspectos semióticos y filosóficos en el marco de la conexión alimenticia entre el chimpancé y el mundo exterior. Se trata de presentar un ser vivo que necesita del mundo exterior justamente para estar vivo. Es un ser necesitado y tiene que satisfacer sus necesidades. Y una de las primeras y más básicas de las necesidades es la alimentación. Y en ese marco, en el marco de la lucha del chimpancé por la alimentación, se analizan los componentes semióticos y filosóficos presentes en esa experiencia.

El tercer defecto de la reflexión filosófica actual estriba en haber sustituido la conciencia humanamente sensible por la conciencia abstractamente sensible. “En su ulterior desarrollo, el materialismo se hace unilateral. Hobbes es el sistematizador del materialismo baconiano. La sensoriedad pierde su perfume, para convertirse en la sensoriedad abstracta del geómetra” (Marx y Engels, 1844). Los filósofos creen que dan un paso firme y seguro en el marco de la certeza sensible cuando al objeto del mundo exterior lo denominan objeto físico. No saben que de ese modo crean un abismo entre el hombre y el objeto en vez de establecer puentes entre ellos. Prestemos atención a los nombres que doy al fruto que consumen los chimpancés. Llamo a la almendra objeto de la necesidad y objeto del trabajo, y al núcleo separado de la almendra valor de uso y objeto de consumo. Con estos nombres el hombre se presenta unido al medio exterior, o expreso la relación entre el hombre y el mundo exterior como una relación objetiva y necesaria.

El cuarto defecto de la reflexión filosófica es que sigue concibiendo el objeto en forma contemplativa y no en forma subjetiva o práctica. “El defecto fundamental de todo el materialismo anterior -incluyendo el de Feuerbach- es que sólo concibe el objeto, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, como práctica, no de un modo subjetivo” (Marx, 1888). Hemos visto que tras el proceso de trabajo, donde el chimpancé puso en movimiento sus fuerzas naturales y se ayudó de un instrumento de trabajo, esto es, interpuso entre él y el objeto de trabajo otro objeto, una piedra, aparece el resultado: el núcleo alimenticio al descubierto. En ese resultado, en ese núcleo al descubierto, está representado el trabajo útil del chimpancé. El objeto de consumo, el núcleo al descubierto, es un resultado del proceso de trabajo. Así ha quedado concebida la almendra en mi investigación: de forma práctica, incluyendo el sujeto en el objeto.

El cuarto defecto que hallo en la reflexión filosófica actual es el predominio de la forma metafísica del pensamiento frente a la forma dialéctica. “Así, pues, en el proceso de trabajo la actividad del hombre opera, a través del medio de trabajo, un cambio en el objeto de trabajo, cambio perseguido desde un principio. El proceso se extingue en el producto. Su producto es un valor de uso, un material natural adaptado a las necesidades humanas mediante un cambio de forma. El trabajo se confunde con su objeto. El trabajo se objetiva, y el objeto se elabora. Y lo que en el trabajador era dinamismo, se presenta ahora en el producto como quietud, en la forma del ser” (Marx, 1867). Dado que el proceso se extingue en el producto, dado que en el producto no vemos el proceso que lo engendró, tendemos de forma natural a concebir el producto sólo en la forma del ser, como quietud, esto es, de forma metafísica. El investigador filosófico no se debe dedicar a merodear el objeto que tiene delante de sus ojos como si se tratara de un objeto extraño y al que es imposible captarlo como cosa en sí. Lo que debe hacer es analizar el proceso que engendró el producto y así captaría, como ha quedado presente en mi investigación, al sujeto y al objeto de la experiencia de forma dinámica.

Sólo me resta enumerar las parejas de contrarios que han estado en la base de mi discurso y que representan el movimiento, el cambio, el dinamismo: cuerpo aparente y cuerpo esencial, sentidos teóricos y sentidos prácticos, oculto y al descubierto, interior y exterior, conocimiento inmediato y conocimiento mediato, percepción y representación, objeto dado y objeto puesto, unidos y separados, sucesivo y simultáneo, ser en sí mismo y ser en otro, entero y roto, útil e inútil, objeto de la necesidad y objeto de consumo, forma objetiva y forma subjetiva, posibilidad y realidad, materia y configuración, expectativa y fundamento objetivo, aparecer y desaparecer, satisfacción y decepción, y apariencia y esencia. Y el dinamismo generado por estas parejas de contrarios queda explícito en mi discurso mediante la exposición de la transición y transformación de un contrario en otro.

Bibliografía

1.MARX, K. (1867). El Capital. Madrid: Akal editor. [ Links ]

2.MARX, K. y ENGELS, F. (1888). Obras Escogidas. Madrid: Akal editor. [ Links ]

3.MARX, K. y ENGELS, F. (1844). La Sagrada Familia. México D.F.: Grijalbo S.A. [ Links ]

4.PAVLOV, I. (1905). Actividad Nerviosa Superior. Barcelona: Editorial Fontanella. [ Links ]

5.UMPIÉRREZ, F. (2002). Reflexiones sobre Semiótica. [ Links ]

6.http://www.fortunecity.com/victorian/bacon/1244/indice.html [ Links ]

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