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sábado, 6 de junio de 2009

Valor de uso, valor, capital y Hegel

La función de trabajo y la función de propiedad




Antes que surgieran las sociedades anónimas la propiedad y la gestión estaban confundidas. Y se presentaba el cobro de los beneficios como un pago por el trabajo realizado por el gestor o empresario. Doy por supuesto que José Tapia sabrá que empresario o gestor son una modalidad de trabajo. En la pequeña empresa todavía ocurre que el propietario de la empresa trabaja en la misma como empresario o gestor. Y es más fácil de aparentar que todo lo que tiene el capitalista es fruto de su trabajo.



Cuando surgieron las sociedades anónimas, y esto ocurrió en el siglo XIX, todavía no había nacido José Tapia, propiedad y gestión quedaron separadas. Unas personas eran las propietarias de la empresa, que se limitaban a cobrar los dividendo, y una persona distinta, que necesariamente no tiene porqué ser accionista, era el gestor de la empresa. Así se demostraba que lo que ganaban los accionistas, los dividendos, no era fruto de la trabajo.



Por lo tanto, es una obviedad que si afirmamos que los trabajadores son los creadores de la riqueza, también lo será el trabajador que la dirige o gestiona.



El pensamiento de Hegel en El Capital



No es correcto llamar palabrería al uso de categorías como “ser en sí” o “ser para otro”. Es una forma de desprecio nada bueno para la causa del socialismo. La causa del socialismo pasa por la defensa del pensamiento de Marx. Y la defensa del pensamiento de Marx pasa por la defensa del pensamiento de Hegel, del que Marx decía que sólo había que ponerlo boca arriba.

Hegel se encuentra entre uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos y la presencia de su pensamiento en El Capital es notable. En la sección de El Capital titulada “fórmula general del capital” podemos leer lo siguiente: “…en la circulación D-M-D funcionan las dos, mercancía y dinero, como modos diferentes de existencia del valor mismo (subrayo “modos diferentes de existencia del valor); el dinero como su modalidad general, y la mercancía como su modalidad específica, disfrazada, por así decirlo. El valor pasa constantemente de una forma a otra sin perderse en este movimiento, transformándose así en un sujeto automático (subrayo: el valor se transforma en un sujeto automático)



Pero hay más: “Si en la circulación simple el valor de las mercancías reviste, a lo sumo, frente a su valor de uso, la forma autónoma del dinero, aquí se presenta de momento como una sustancia en proceso, con movimiento propio (subrayo: sustancia en proceso con movimiento propio), para la que mercancía y dinero no son más que meras formas”. Sólo me resta decir que en Hegel es fundamental la concepción de la sustancia como sujeto, concepción que mantiene Marx respecto del valor.



La analogía de la representación cristiana



Usar la representación cristiana del mundo como ejemplo analógico de muchos fenómenos naturales y sociales es algo del que no tengo la exclusividad y la originalidad. También está presente en El  Capital. En la misma sección citada de El Capital podemos leer lo siguiente: “Considerado como valor originario se distingue de sí mismo como plusvalía, a la manera como el Dios Padre se distingue del Dios Hijo, aunque ambos tengan la misma edad y formen en realidad una sola persona, pues sólo gracias a la plusvalía de 10 libras esterlinas se convierten las 100 libras esterlinas anticipadas en capital, y en cuanto se convierten en capital, en cuanto el Hijo engendra, y a través de él al Padre, se borran de nuevo sus diferencias  y se reducen a una misma unidad, 110 libras esterlinas”. Sólo le recomiendo a José Tapia que no haría mal en familiarizarse con la representación cristiana del mundo. Y también le recomendaría que leyera, si lo tiene a bien y dispone de tiempo, la “Filosofía de la religión” de Hegel, obra maravillosa del pensamiento donde las haya.

24 de marzo de 2009.

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