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sábado, 21 de enero de 2012

Aclaremos algunos conceptos (3)

Hegel  en el capítulo  El saber de la religión de su obra El concepto de religión se expresa en los siguientes términos: “Pero ningún hombre está satisfecho con una pura yoidad; el yo es activo, y esta actividad consiste en objetivarse, en darse realidad, en ser determinado”.  Podemos estar de acuerdo en dos cosas: una, que el yo es activo, y dos, que la actividad consiste en objetivarse.




Es cierto que quien expresa sus deseos a otros lo ha objetivado en el lenguaje. Pero aunque el deseo haya quedado objetivado en el lenguaje, todavía  no ha recibido cumplimiento. Si un amigo le dice a otro  que desea con todo su  corazón comprarle una casa a su madre, su deseo  se ha objetivado en palabras, pero no se ha hecho realidad, está todavía atrapado en los marcos de la subjetividad. Para comprarle la casa a su madre necesita algo más que palabras, necesita dinero y en cantidad suficiente.  El activismo que le atribuimos al yo, la necesidad de objetivarse, no puede quedar reducido a la objetivación lingüística y semiótica en general, hay que superar este ámbito. Por eso sigo afirmando que el lenguaje y las distintas formas semióticas constituyen el reino de la subjetividad. Hay muchos dichos populares que reflejan esta contradicción que estoy planteando aquí: mucho hablar, mucho darle a la lengua, pero a la hora de la verdad nunca hace nada. También suele decirse: siempre está haciendo castillos en el aíre. Estamos ante el caso de personas donde su yoidad sólo adquiere la objetivación en el lenguaje.



Reconocerás conmigo, al margen de tus objeciones, que es necesario disponer de una definición de subjetivismo. Yo he propuesto una. Tal vez necesite correcciones o ser sustituida por una mejor. Pero mientras ese momento llega, tomemos como necesaria la definición que he propuesto. Sobre esa base afirmo que la posibilidad del subjetivismo radica en las formas sígnicas y en la relativa independencia del lenguaje y de las fuerzas subjetivas respecto de la realidad. Es cierto, como tú insinúas, que ningún sujeto podrá evaluar la totalidad de las condiciones objetivas que concurren en sus actuaciones, pero sí podrá evaluar una parte de ellas o de las más necesarias.  Cuando de una persona decimos está ciego o actúa de forma ciega, estamos señalando a una persona que no tiene en cuenta para nada las condiciones objetivas.



Todos empleamos el término adecuación. Hay muchos ejemplos de ello: el zapato es adecuado al pie, el ancho de las calzadas es adecuado a la circulación de los vehículos, los utensilios de cocina son adecuados a la mano humana,… Y con el mismo criterio debe haber una adecuación entre las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas. Te pongo un ejemplo concreto. Hasta hace poco los bancos daban créditos con facilidad e incluso daban más dinero que las garantías presentadas por el prestatario, pero ahora no. Supongamos que hay una persona que se embarca en un negocio y no ha evaluado las circunstancias objetivas siguientes: una, la competencia, y dos, la dificultad para adquirir crédito. Y a los seis meses de abrir su negocio entra en quiebra. Pecó de subjetivismo. Pensó sólo en sus habilidades personales y no en las condiciones objetivas concurrentes que determinaban la posibilidad del  éxito del negocio. Y fracasó.



Y con respecto al objetivismo pienso lo siguiente. Cuando las condiciones objetivas para la actividad del yo son  muy duras, el individuo puede quedar paralizado. Tal vez en momentos de graves crisis económicas y de dramáticos conflictos bélicos el objetivismo puede hacer presa en las personas. El individuo se retrotrae, se refugia en las palabras, en los símbolos religiosos.  Su activismo se reduce tanto en términos espaciales como en términos temporales. Su vida se vuelva más semiótica. La fuerza de la objetividad ha mermado tanto sus capacidades subjetivas que renuncia a la objetivación plena y amplia de su yoidad. Y espera agazapado en las sombras de los santuarios la actuación salvadora de las divinidades.  Pero como los caminos del señor son inescrutables, puede que donde hoy había un santuario mañana haya escombros y restos de cuerpos esparcidos y ensangrentados.



Así que tanto el subjetivismo como el objetivismo  sobredimensionan el papel de lo sígnico  en detrimento de la objetivación plena de la yoidad.






2 comentarios:

  1. La objetivación del Yo.

    He seguido durante muchos años la actividad teórica de Francisco Umpierrez. He acudido con inmensa alegría a las reuniones de trabajo del CEKAM durante 20 años. Me ha impresionado la serie de artículos acerca de la superación de la subjetividad y aclaraciones conceptuales. Especialmente me ha impresionado las citas del Curso de lingüística general: “El signo lingüístico une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Esta última no es el sonido material, cosa puramente física, sino la psíquica de ese sonido” y “El carácter físico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos nuestro propio lenguaje”.
    El lenguaje en su inmediatez, como resultado se nos presenta como interno. Y el pensamiento representado como sujeto es el ser pensante, y la expresión que designa el sujeto como ser pensante es yo. Pero cuando nacemos no tenemos el lenguaje y no tenemos pensamiento, por lo tanto no somos yo. Sólo por un proceso de aprendizaje, en su crecimiento, en sus relaciones sociales, el lenguaje de sus padres y familiares, que de forma inmediata se le presenta al niño como externo deviene interno. Y con el desarrollo del pensamiento el yo adquiere conciencia de sí mismo como ser pensante. Y para objetivarse como yo es necesario llegar al yo.
    Es intolerable la ostentosa riqueza cuando una multitud de seres humanos no llegan a la humanidad, no llegan al yo. Mueren sin llegar a la naturaleza humana separados de toda naturaleza. Y la izquierda autoproclamada marxista, autoproclamada revolucionaria no deja de discutir e imaginarse como debe ser la sociedad del futuro, como debería ser el comunismo. No dejan de proclamar a los trabajadores como sujeto revolucionario, pero no los reconocen como tales, como las fuerzas objetivas que han creado un mundo objetivo, el desarrollo de las fuerzas productivas y la producción social, como condiciones para que pueda ser el socialismo en las sociedades capitalistas desarrolladas. Piensan en la revolución como un proceso violento y doloroso,y de caacter espontaneo, sin tener la suficiente sensibilidad para ver que la miseria y la muerte de los niños que no llegan a la humanidad es la mayor de las violencias y deshumanización.
    Además, ésta izquierda se presenta con el patrimonio de la ciencia y el marxismo. Sin embargo conocen la existencia de Marx, conocen algunas de sus ideas de forma general, pero no conocen su pensamiento, y como dice Hegel:
    “Lo conocido en términos generales, precisamente por ser conocido no es reconocido. Es la ilusión más corriente en la que uno incurre y el engaño que se hace a otros al dar por supuesto en el conocimiento algo que es como conocido y conformarse con ello; pese a todo lo que se diga y se hable, esta clase de saber, sin que nos demos cuenta de por qué, no se mueve del sitio”.
    Esta izquierda extremista es una izquierda que vive aislada y en el sectarismo, descalifica a todo aquel que no ve el mundo como ella se lo representa. Se presentan como científicos, pero no ven que “el conocimiento científico exige entregarse a la vida del objeto, o lo que es lo mismo, tener ante sí y expresar la necesidad interna de él”, según nos enseña Hegel. Y no soñar con mundos futuros e imposibles.
    Sin duda que esta clase de marxistas se merecen una crítica contundente. Debo estar y estoy en ello.
    Saludos cordiales.

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  2. Los muertos alimentan a los vivos

    Quizás sea por la relación diaria con la muerte, quizás por la necesidad de relacionarme con la muerte del otro con alegría y sin dramatismo. Puede que no sepa la razón. Pero lo cierto es que me ha llamado poderosamente la atención estas palabras de Francisco: “Pero como los caminos del señor son inescrutables, puede que donde había un santuario mañana haya escombros y resto de cuerpos esparcidos y ensangrentados”

    Muchas personas que se dedican al trabajo general, al trabajo científico, al pensar, se olvidan que sólo pueden dedicarse a la actividad del pensar porque otros se dedican a producir los medios de subsistencia de los pensadores. Y nadie que se dedique a la producción científica y la producción de ideas en general puede partir sólo de sus propias abstracciones, deben considerar el producir de sus antecesores muertos. Y sus antecesores muertos pudieron pensar porque otros antecesores muertos se dedicaron a la producción de sus medios de subsistencia. Por lo tanto en el producir científico, en la producción de ideas, en la producción cultural, necesariamente los vivos se tienen que alimentar de los muertos.

    Quizás las ideas de Francisco Umpierrez me llamaron la atención, porque cuando las leí estaba enfrascado en pensar sobre la ciencia y en una cita de Marx acerca del trabajo general y el trabajo cooperativo. Se las transcribo:

    “Economía mediante los inventos (libro III, tomo I, pag 132, El Capital)

    Los ahorros en el empleo del capital fijo son, como hemos dicho, el resultado de que las condiciones de trabajo se aplican en gran escala, en breve, de que sirven como condiciones del trabajo directamente social, socializado, o de cooperación directa dentro del proceso de producción. Por un lado, ésta es la condición bajo la que solamente pueden aplicarse los inventos mecánicos y químicos sin encarecer el precio de la mercancía, y ésta es siempre la conditio sine quanon. Por otra parte, sólo la producción en gran escala permiten las economías que se derivan del consumo productivo común. Por último sólo la experiencia del obrero combinado descubre y revela como y donde economizar, cómo puede aplicarse del modo más sencillo los descubrimientos ya efectuados, qué fricciones prácticas hay que vencer para aplicar la teoría –sus aplicaciones al proceso de producción- y así sucesivamente.
    Observemos de pasada que hay que distinguir entre el trabajo general y el trabajo colectivo. Ambos desempeñan su papel en el proceso de producción, los dos se entrecruzan, pero también se distinguen. Trabajo general es todo trabajo científico, todo descubrimiento, todo invento. Está condicionado, en parte, en cooperación con persona vivas, en parte por la utilización del trabajo de los antepasados. El trabajo colectivo presupone la colaboración directa de los individuos”.

    Quizás cuando las divinidades mueran, los antepasados nos muestren los caminos inescrutables del señor. Tras recorrer esos encrespados caminos, llenos de oscuridad y de luz, de tormentas y de placidos amaneceres, quizás podremos encontremos un lugar donde los escombros se hayan transfigurado en flores. Y los cuerpos esparcidos y ensangrentados, en hermosos recuerdos alegres de nuestros antepasados.

    Saludos cordiales.

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