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martes, 17 de enero de 2012

De nuevo con la inmediatez

Siempre hay que estar pensando. No es lo mismo saber que pensar. El que piensa le da vueltas a las cosas. Busca orden y sentido: un primero y un después, un adentro y un afuera, un sentido oculto y un hecho manifiesto. No se trata de leer, sino de estudiar. Se trata de entender. Y para entender es necesario pensar. Y aunque una cosa se haya visto muchas veces, no por ello debemos dejar de volverla a pensar. Por dos razones: una, para mantener siempre vivo el conocimiento de dicha cosa, y dos,  por si de repente vemos algo nuevo. A lo mejor lo nuevo consiste en vivirlo de forma más intensa, más profunda, más alegre. Lo nuevo no sólo debe consistir en ensanchar el conocimiento, sino en armonizarlo, embellecerlo, profundizarlo.


Les transcribo unas palabras de Hegel contenidas en la sección 3 del capítulo I de El concepto de religión: “Aquello que es sabido realmente se lo tiene inmediatamente ante sí, por ejemplo, el resultado de una operación matemática. Ha pasado por muchas etapas intermedias; pero al final aparece como algo que se sabe de forma inmediata. Así ocurre con todo tipo de habilidades. El saber inmediato se muestra así como resultado”. Cuando hablamos de lo inmediato pensamos que no es lo mediato. Por inmediato entendemos lo que se da a primera vista. No hay un antes. Pensamos lo inmediato como la negación de lo mediato. Pero todo resultado, nos advierte Hegel, es inmediato, lo tenemos de forma inmediata ante nosotros. Pero como es un resultado, está mediado por un proceso, por una serie de fases intermedias. Luego lo inmediato viene dado por lo mediato. No concebimos ahora lo inmediato como la negación de lo mediato, sino como su presupuesto. Y si todo proceso tiene que desencadenar necesariamente en un resultado, entonces lo mediato crea lo inmediato.

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