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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ser y aparecer



David Galán me hizo llegar el siguiente texto:

En el libro "Conversaciones con Goethe" de J.P. Eckermann leemos lo siguiente:

"Viernes, 11 de marzo de 1831. Almuerzo con Goethe entre conversaciones de lo más dispar.

- Constituye una peculiaridad de Walter Scott que sean precisamente sus grandes méritos en la descripción del detalle los que tiendan a degenerar en una equivocación - observó -. Así, en el Ivanhoe aparece una escena nocturna en la que los personajes están sentados en la sala de un castillo cuando llega un forastero. A mí me parece bien que nos describa al forastero de la cabeza a los pies, haciendo constar cuál es su aspecto y cómo va vestido, pero se me antoja un error que también nos describa sus pies, sus zapatos y sus medias. Cuando estamos sentados a la mesa en plena noche y alguien entra en la habitación, lo único que podemos ver de él es el torso. Pero si describo sus pies, es como si de repente se colara la luz del día en la estancia, con lo que toda la escena pierde su carácter nocturno.

Estas palabras me parecieron muy convincentes y tomé nota de ellas para futuras ocasiones."

 

Y esta fue mi respuesta:

Lo que aquí se produce es que el narrador escribe cosas que no se ven. Sabe de ellas por experiencias anteriores. Tal vez podríamos hablar aquí de que la memoria se ha intercalado en la percepción y siendo de noche se hace abstracción de ella. Dicho de otro modo: se corta el nexo con lo presente y con lo exterior. Los pies, las medias y lo zapatos están presentes, pero no se ven, no aparecen. El narrador debió distinguir el ser del aparecer, pero no lo hizo y le dio el mismo estatuto ontológico. El asunto da para más, pero de momento es suficiente.



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