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jueves, 6 de noviembre de 2014

Los conceptos de clase y el pseudoconcepto de casta


Pequeña digresión. Veo a IU desorientada. Se comporta con debilidad. Corre el riesgo de diluirse y de perder la identidad. No entiendo por qué sus dirigentes permiten que Podemos le gane terreno en todos los ámbitos. Su núcleo dirigente, el PCE, está perdiendo reflejos. No es que sus dirigentes estén aburguesados, sino que no tienen conciencia de que también han de luchar por la izquierda y no solo por la derecha. Hay que decirlo claro: Podemos le está restando militancia y base social a IU. Históricamente los partidos comunistas no solo han luchado contra el oportunismo de derecha sino también contra el oportunismo de izquierda, no solo contra el socialismo burgués sino también contra el socialismo pequeño burgués. IU tiene que librar una batalla ideológica contra Podemos porque le está quitando su base electoral. Sus dirigentes deben ser más valientes. IU corre el riesgo de transformarse en un símbolo. Sería un error mayúsculo que se diluyeran en Ganemos. Deben evaluar también lo que puede significar que Tania Sánchez se convierta en la líder de IU en Madrid. Hay un claro conflicto de intereses entre su vida personal y el futuro de IU. En ocasiones imita en exceso el lenguaje de Podemos. Resulta indignante que llame “gente” a los ciudadanos. Ella no tiene derecho a llamarme “gente”, puesto que es un nombre indeterminado, debe llamarme ciudadano, puesto que yo soy sujeto de derecho. Me enfada ese coqueteo con la sociología vulgar. Los comerciantes no llaman “gentes” a los compradores de sus productos sino “clientes”. Al igual que hay economía vulgar, también hay sociología vulgar. La participación regular en los programas de La Sexta, y ahora en Telecinco, de miembros de Podemos, de IU y del PSOE vulgariza la ideología de izquierda. Los conductores de esos programas buscan el espectáculo y ganar en audiencia. Es más: La Sexta y Cuatro  se comportan como si Podemos fueran una marca suya. Personajes como Miguel Ángel Revilla y Sor Lucía hacen que el populismo y el pensamiento reaccionario ganen fuerza. Es muy fácil criticar a los políticos. Parece un derecho. Resulta de una cobardía infinita que esos mismos voceros sean incapaces de criticar con regularidad los ingresos de Cristiano Ronaldo, Messi y Nadal, por poner los ejemplos más visibles. Eso tal vez restaría votos o restaría imagen. Por eso afirmo que forma parte del pensamiento reaccionario situar la contradicción principal entre el gobierno y el pueblo y no entre el capital y el trabajo.

Vayamos ahora al tema que nos ocupa. Hay un esfuerzo teórico por parte de algunos profesores universitarios de hacer compatible el pseudoconcepto de casta con los conceptos de clase propios de la tradición marxista. Pero son poco rigurosos. De hecho han creado unos nombres compuestos cuyos significados son en parte indescifrables y en parte amañados y forzados. Los verdaderos conceptos, a diferencia de los significados generales o conceptos generales que podemos encontrar en los diccionarios, forman parte de constructos teóricos. Y el pseudoconcepto de casta no forma parte de ningún constructo teórico. Les enumero las diversas expresiones nominales de las que hacen uso dichos profesores con la pretensión de categorizar las clases sociales y sectores de ellas: “élites dominantes”, “élites dirigentes”, “élites gobernantes y financieras”,  y “minoría oligárquica”. Todas las supuestas clases y capas sociales denominadas con esas expresiones son sobre nombradas como casta. Estas expresiones nominales pretenden hacerlas compatibles con las categorías propias de la tradición marxista: clase dominante, clase dominada y oligarquía. También se habla de las clases populares como las clases opuestas a las clases dominantes. Y a su vez por superposición se habla de “casta política” y “casta económica financiera”. Como puede observarse aquí hay puro desorden. Se quiere mantener a la fuerza el papel del pseudoconcepto casta, pero para ello se incurre en la arbitrariedad conceptual y se crean nombres de conceptos cuyo contenido no saben precisar. Son sobrenombres, son nombres de otros nombres, son pura chapuza teórica. Todo esto no tiene más que un nombre: sociología vulgar y ordinaria. Tendrá su rentabilidad política. Se atraerá fácilmente a ciertos votantes. Pero es oportunismo. Y el oportunismo es corrupción ideológica.

Las élites. Son grupos minoritarios de personas que tienen un status superior al resto de las personas con las que comparten una actividad o posición. Hay élites entre los futbolistas, tenistas, nadadores y deportistas en general. También hay élites entre los profesores, científicos, cantantes, pintores y artistas en general. E igualmente hay élites entre los periodistas y los políticos. En la actualidad Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Juan Carlos Monederos forman parte de la élite política. Participan de una posición, de un status y de unas posibilidades de actuación de las que no participa la mayoría de las personas que se dedica a la política. Élite no es un concepto de clase. No se emplea para caracterizar a un grupo social en función de su propiedad sobre los medios para la producción de la riqueza. Tampoco es un concepto que debe emplearse para indicar la posición de los grupos sociales en los procesos de transformación. Así que no tiene sentido hablar de “élites dirigentes”. Tampoco tiene sentido hablar de “élites políticas” en el sentido de “casta”, justamente por lo que dije antes, porque los propios dirigentes de Podemos pertenecen en la actualidad a la élite política. Solo su participación en los programas de La Sexta así lo confirman, pero también lo confirman su participación en el parlamento de la UE. Cuando hablamos de dirigentes hablamos de las personas que están al frente de una empresa, de un partido político, de una asociación de vecinos, de una asociación deportiva y muchas más agrupaciones. Y algunos de esos dirigente pueden constituir una élite o no. Lo cierto es que los conceptos de élite y de dirigente abarcan actividades y sectores sociales tan diversos que carecen de la unidad que pretenden darle al agruparlas bajo el sobrenombre de casta. Por eso insisto que hablar de élites dirigentes, élites políticas y élites financieras no solo son nombres compuestos a los que les falta contenido conceptual sino que además al sobre nombrarlos como casta solo se desarrolla una sociología vulgar. La sociología vulgar solo se mueve en el campo de las sensaciones y de las apariencias, sirviendo como respiradero de los sentimientos de sufrimiento y opresión, pero permanece muy alejada del campo de las esencias y de los conceptos. Se apoya en lo pasajero y abandona  lo permanente.

Clases dominantes. En las sociedades capitalistas se llaman clases dominantes a todas las clases capitalistas, independientemente de la actividad a la que se dedican y del peso económico que tengan en la sociedad. Así los banqueros, industriales y comerciantes son las clases dominantes en las sociedades capitalistas. Del mismo modo los grandes capitalistas, los medianos capitalistas y los pequeños capitalistas forman parte de las clases dominantes. E igualmente pertenecen a la clase dominante muchos profesionales que perciben ingresos a partir de cuarenta o cincuenta veces más que el salario mínimo. Las contradicciones interclasistas, como las que se producen entre los pequeños capitalistas y los grandes o entre los banqueros y los industriales, no reducen para nada el carácter dominante de esas clases y la unidad de dominio de las mismas frente al resto de las clases sociales. Otra cosa es que miembros aislados de las clases dominantes adopten en algunas ocasiones la posición de las clases dominadas. Es un error oponer la clase dominante a las clases populares. Dentro de las clases populares, al menos en la tradición marxista, se suele incluir clases dominantes, como por ejemplo los pequeños capitalistas, o capas dominantes como los intelectuales de las clases dominantes. Lo que es evidente es que el término “casta” no aporta nada en sentido teórico a la identificación y visualización de las clases dominantes o de las capas dirigentes de esa clase dominante. Otra cosa es que tenga utilidad electoral y el oportunismo de izquierda en el que incurre Podemos se considere legítimo.

Oligarquía. En la ideología de Podemos se opone el concepto de oligarquía al concepto de democracia. Esta es una forma de pensar propio de Aristóteles y, por consiguiente, propio de la época de las sociedades esclavistas. Según dice Aristóteles en su obra La Política, al gobierno de la minoría se le llama aristocracia; y a la desviación de la aristocracia se le llama oligarquía. Aplicar esos conceptos o los contenidos de esos conceptos en las sociedades modernas es un profundo error teórico. En ese tiempo los que gobernaban eran los más grandes esclavistas que existían. No sucede así en la actualidad: quienes nos gobiernan, por ejemplo Mariano Rajoy, no es un gran capitalista. Hay que diferenciar con rigor a la clase social en su sentido práctico de sus representantes políticos e ideológicos. También Aristóteles llama oligarquía a cuando el  poder está en manos de los ricos. Pero en ese entonces no había la diferencia  que existe en la actualidad entre el poder político y el poder económico. Las clases o las fracciones de clase que controlan el poder económico no tienen por qué tener el poder político en persona para que dicho poder político esté a su merced. Hace siglos que en las sociedades capitalistas el poder político está a merced del poder económico. La deuda pública es la expresión de esa absoluta dependencia.

Los marxistas le han dado al concepto de oligarquía preferentemente un contenido económico. Dicho concepto se encuadra en la época del capitalismo monopolista, o lo que es lo mismo, en la época del predominio de las grandes empresas. La globalización ha fortalecido y desarrollado a la oligarquía. Son minorías que tienen el poder sobre todas las cosas habidas y por haber: industria, comercio, finanzas, alimentación, deporte y comunicación. Resulta gracioso que perteneciendo los propietarios principales de La Sexta y Cuatro a la oligarquía en el ámbito de los medios de comunicación, los representantes teóricos de Podemos hablen del gobierno del PP o del PSOE como una oligarquía.  Se equivocan de blanco. El oportunismo de izquierda les puede y no les importa hacer uso de la sociología vulgar con tal de ganar votos. Para Podemos el fin justifica toda clase de medios.

Clase dirigente. Pensemos en la revolución soviética dirigida por el partido bolchevique y en la revolución de nueva democracia dirigida por el Partido Comunista de China. En ambas revoluciones la clase trabajadora era muy minoritaria, sin embargo, fue su clase dirigente. Pero todo eso fue posible, que una clase minoritaria dirigiera dichos procesos revolucionarios, por la existencia de poderosos, centralizados y disciplinados partidos comunistas. En ambas revoluciones la clase mayoritaria fue la clase campesina o clase pequeñoburguesa. No sé qué sentido tiene hablar de élite dirigente y reconocerla como casta. En primer lugar, en la Unión Europea no se está llevando a cabo ningún proceso revolucionario ni ningún proceso social que permita hablar de una clase dirigente. No hay necesidad tampoco hablar de élites dirigentes puesto que las élites no están dirigiendo nada. El sistema capitalista instaurado en la UE permite que un sinfín de élites gane muchísimo dinero en concepto de ingresos de capital sin necesidad de desempeñar a nivel político ningún papel dirigente.

Creo haber demostrado que la sociología que pretende darle al pseudoconcepto de casta un espacio en los conceptos de clase de tradición marxista es una maniobra oportunista. El empeño en el uso de ese pseudoconcepto solo se explica por su rentabilidad electoral; y dicha rentabilidad electoral se pone por encima del interés científico. Es sociología vulgar. Es falso, es una mentira, querer presentar la contradicción entre gobernantes y pueblo como la contradicción principal en las sociedades de la UE. La propia crisis  puso de manifiesto que la contradicción fundamental sigue siendo la existente entre capital y trabajo. Les pongo un sencillo ejemplo. Conozco a unos cuantos matrimonios que tienen un restaurante en propiedad y tienen contratada entre cinco y seis personas. Ellos, los dueños, trabajan entre doce y catorce horas diarias y libran una vez al mes. Entre ambos ganan de forma muy apurada 4.000 euros. Se explotan a sí mismo al igual que a las personas que tienen contratadas. ¿Quiénes se quedan entonces con  el plusvalor generado? Dos parasitarios capitalistas: el dueño del local y el dueño del dinero prestado. Así que por mucho que quieran los teóricos de Podemos, por mucho que pretendan inaugurar una nueva sociología política,  la contradicción principal y básica de las sociedades de la UE sigue siendo la existente entre capital y trabajo. Lo que sucede es que los accidentes de la sociedad capitalista, y la corrupción política es uno de ellos, crean la posibilidad de convertir en blancos de las críticas a quienes participan de contradicciones secundarias. Sin duda que hay personas que se enriquecen de forma corrupta, pero la mayoría de los miembros de las clases capitalistas se enriquecen en el más estricto cumplimiento de la ley. Los accidentes cubren la sustancia capitalista del sistema. Pero con Cuatro y La Sexta importa más la crítica desenfrenada y vulgar contra los accidentes, donde Sor Lucía está a la cabeza, que la conceptualización de la sustancia capitalista. Algunos decían a tenor de la crisis desatada en 2008 que Marx seguía vivo, pero la economía y sociología vulgares lo están enterrando de nuevo.

 

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