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domingo, 19 de abril de 2015

¿Un tiempo nuevo en política?

La realidad tiene su peso. La crisis económica desatada en 2008 ha tenido consecuencias dramáticas para mucha parte de la población española. Dicha crisis generó movimientos sociales de envergadura. También generó mucho descontento en partes de la población que no se movilizan.  Dichos movimientos sociales han cristalizado en partidos políticos como Podemos, Ciudadanos, Ganemos y otros. Pero todas estas formaciones que al principio eran aparentemente revolucionarias, se han ido mediatizando tanto que han terminado por perder todo su sentido originario. Cuando oyes hablar a sus líderes, no van más allá de los tópicos de siempre. El sistema los ha engullido antes de que queden configurados dentro del sistema de gobierno del Estado español. Hay muchos periodistas que se han convertido en sus portadores y defensores, haciendo que la ideología de esas formaciones nuevas sea aún más superficial de lo que es en boca de sus líderes.

Afirma Ada Colau, y Pablo Iglesias la secunda,  que en España se está produciendo una revolución democrática. Pero eso es una perversión y un cambio del significado profundo del sintagma “revolución democrática”. Es imposible que haya revolución democrática si no hay un cambio significativo en el sistema de Estado. Y hay cambio profundo en el sistema de Estado cuando sean otras las clases dominantes que las actuales. No creo que la llegada de Podemos y Ganemos al gobierno provoque ningún cambio sustancial en las clases presentes en el sistema de Estado. En España no se está produciendo ninguna revolución democrática. Lo único que se está produciendo es la formación de partidos políticos nuevos que tienen la posibilidad de convertirse en partidos del gobierno. El ejemplo de Syriza ilustra que la llegada de un nuevo partido al gobierno no implica cambio alguno en el sistema de Estado y, por consiguiente, no se abre un proceso de revolución democrática. Tal vez sería aconsejable que los líderes de Podemos y Ganemos leyeran la historia de la revolución soviética y la de Nueva Democracia en China para que supieran el significado profundo y verdadero del sintagma “revolución democrática”.
Las palabras que usan los líderes de Podemos y de Ganemos son en ocasiones muy sonoras, pero su contenido conceptual es muy pobre. Escuché a Ada Colau en La Sexta y pude comprobar que su preparación teórica, sobre todo en temas económicos, es muy deficiente. El mundo de hoy es demasiado complejo. La globalización está provocando cambios de mucha envergadura en el mundo económico. La ausencia de un Estado global ha permitido que el sistema financiero genere unas desigualdades en el mundo como jamás se habían conocido. Las ciencias naturales se han desarrollado de una manera vertiginosa en los últimos treinta años y sus consecuencias técnicas económicas nos darán un mundo muy distinto al  actual. Pero cómo será este nuevo mundo está sobre todo en manos de las grandes compañías industriales y del complejo poder financiero. Si los líderes políticos de los nuevos partidos no tienen profundidad teórica y desprecian los conceptos y las diferencias claras, no podemos esperar nada que pueda darnos un mundo mejor. Su visión del mundo es demasiado local y demasiado unilateral. El desprecio por las diferencias ideológicas profundas por parte de los líderes de Podemos, Ganemos y Ciudadanos está provocando que los movimientos sociales pierdan su papel como fuerza material para transformar el mundo. La reducción de las expectativas del movimiento social del 15 M, que siempre fue ambiguo y lo sigue siendo en la actualidad, ya es de sobras conocido. Un tertuliano de La Sexta lo decía: la decisión de votar a Podemos y a Ciudadanos debe fundamentarse en el hecho de que están libres de corrupción. Lo accidental, la corrupción, ha terminado por ocultar lo sustancial: el cruel sistema capitalista de explotación en su nueva dimensión globalizadora. Pero este tertuliano iba aún más lejos: “Desde el PP le piden a Podemos y a Ciudadanos que se definan, y ¿por qué? No hay porque definirse. Un liberal puede estar a favor del derecho al aborto”. Es obvio que la pérdida de profundidad teórica en las nuevas formaciones políticas ha llegado a sus niveles más bajos. Este contertulio, como sucede con muchos líderes, militantes y simpatizantes de Podemos y Ciudadanos, confunde las conquistas sociales de la civilización, que corresponde a todas las clases sociales incluidas las dominantes de todos los tiempos, con las diferencias de clase que hacen que cambien los sistemas económicos. No llega un tiempo nuevo. Nos hemos estancado y en muchos sentidos hemos dado pasos hacia atrás. El derrumbe de IU es la expresión política de que la conciencia de clase ha llegado a sus niveles más bajos. Las vanguardias de izquierda que se han sumado al carro de Podemos y Ganemos, en su mayoría oportunistas, no quieren un mundo nuevo, quieren sencillamente llegar al poder. Y no podrán traer un mundo nuevo a los trabajadores puesto que sencillamente llaman mundo nuevo a algo que no lo es. Han terminado por ser víctimas de la enajenación capitalista, donde todo se presenta invertido, y convierten así a la política en la causa de la corrupción, convierten a la imagen en la causa de las deformaciones graves de la realidad. Por alguna razón el empirismo y el neopositivismo han sido las filosofías dominantes frente al marxismo y al hegelianismo durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI. La apariencia lo es todo, mientras que la esencia no es más que una palabra carente de significado.

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