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sábado, 26 de agosto de 2017

Terrorismo y religión

La religión tiene tres dimensiones: la teológica, donde se trata de demostrar la existencia y la necesidad de los dioses; la ética, donde se trata de los principios y valores para llevar una vida espiritual que procure el bien social; y la sociológica, donde los religiosos convertidos en poder institucional quieren transformar el mundo en conformidad con su concepción del mundo. El ateísmo tiene también esas tres dimensiones: en el ámbito de la teología trata de demostrar la necesidad de la existencia de dios y lo presenta como una creación fantástica del ser humano; en el ámbito de la ética comparte algunos principios y valores idénticos a la religión puesto que también busca el bien social; y en el ámbito sociológico también busca transformar el mundo pero de acuerdo con su concepción atea. Yo creo que el mundo sería mejor si el ateísmo entendido en su sentido profundo desempeñara en el sistema de enseñanza el mismo papel que desempeña la religión. Cuando hablo de ateísmo no hablo del ateísmo proveniente de las ciencias naturales, sino del proveniente de la filosofía, donde podemos destacar figuras tan trascendentales como Feuerbach, Nietzsche y Marx.

miércoles, 9 de agosto de 2017

El fútbol como manifestación de la universalidad de los intereses egoístas

El interés general o común no es cabalmente otra cosa que la universalidad de los intereses egoístas”. Karl Marx.

El imperio del mercado es el imperio del valor de cambio. Y el valor de cambio es la manifestación de la división del trabajo. Y la división del trabajo concebida como interrelación e interdependencia significa que todos dependemos de todos, que todos trabajamos para todos, que todos satisfacemos las necesidades ajenas. Pero esta división del trabajo está organizada de modo capitalista, de modo que en esto de todos trabajamos para todos hay algunos que se llevan mucho más de lo que entregan. Los futbolistas de élite trabajan para los demás, producen un espectáculo que satisface las necesidades de entretenimiento y enajenación de la gente, pero ingresan a cambio demasiado dinero. Eso implica que muchos trabajan para ellos o entregan a cambio más de lo que reciben. Uno de los secretos del enriquecimiento de los futbolistas de élite está en el modo de consumo, el hecho de que un solo producto, un partido de fútbol,  pueda ser consumido de forma simultánea por millones de personas. Pero en el fútbol todo lo irracional e injusto se ha vuelto natural. El traspaso de Neymar al PSG ha costado 220 millones de euros y el propio Neymar ganará anualmente 30 millones de euros. Nadie se asombra y nadie hace nada, ni la izquierda llamada radical, que de continuo equivoca sus blancos. Y la gente en general, dominada por la ideología capitalista, admira la extrema riqueza y el exorbitante lujo. Sueñan con ese mundo. Desean ese mundo. Pero para eso está el Estado, la autoconciencia humana objetivada, para poner remedio a aquello que de modo natural produce enormes perjuicios a las mayorías sociales. Así que como un solo partido de fútbol es consumido por millones de personas, el Estado puede hacer dos cosas: obligar a que la emisión de los partidos de fútbol sea gratis o imponer una carga impositiva del 90 por ciento a los ingresos de los clubes por los derechos televisivos.