Hay personas que se consideran pensadores. Saben de los grandes acontecimientos que ocurren en la historia universal de la actualidad. Pero después resulta que lo más pequeño, lo más aparentemente insignificante, les pasan desapercibidos. No ven lo evidente en las pequeñas cosas de la vida inmediata, no aprecian su valor, y, en consecuencia, no extraen lección alguna. Pensemos en la exitosa serie Adolescencia. El padre, la madre y la hermana del niño asesino van en coche hacia su casa. Es el cumpleaños del padre. Quieren vivir ese día de forma normal y alegre. De hecho, cuando llegan a la casa, cada uno se esmera en la vestimenta para hacer de ese día un día especial.